*Los horrores de la Segunda Guerra Mundial motivaron la Declaración Universal.
Hace dos semanas se cumplieron 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, motivada por la necesidad de proteger esta garantía básica de las personas, después de los horrores padecidos en la Segunda Guerra Mundial y particularmente por el genocidio perpetrado por el régimen nazi de Adolfo Hitler.
La efeméride coincide con los 25 años de la fundación de la Comisión de los Derechos Humanos (CODHEM), en cuya conmemoración se difundió un documental producido por Juan Carlos Lara Escobedo sobre la historia e importancia del organismo en la defensa de los derechos humanos en suelo mexiquense.
El comisionado Jorge Olvera García destacó el trabajo de la Comisión; sobre todo, en el fomento a la cultura de los derechos humanos, y en este sentido garantizó que el Ombudsperson estará siempre en la lucha por el respeto a los derechos humanos.
Un análisis de “El Espectador” a la situación de los derechos humanos prevaleciente en el país arrojó un panorama desalentador, a pesar de los indiscutibles avances logrados en la materia en las últimas décadas.
El derecho a la vida, el mayor derecho humano, es violado en todo el territorio nacional. En los dos últimos sexenios federales se acumularon 230 mil ejecuciones; es decir, muertes violentas intencionales.
La prevención fue casi inexistente, como lo fue la justicia para las víctimas, puesto que sólo un ínfimo porcentaje de los autores materiales e intelectuales de esos homicidios fueron castigados. Una alta porción de esos actos extremos de violación de los derechos humanos ni siquiera fueron investigados.
Los gobiernos estatales, muchas veces por conducto de sus gobernadores, explican y minimizan las numerosas ejecuciones en sus estados con el argumento de que tanto víctimas como victimarios pertenecen al universo de la delincuencia organizada.
No quieren entender que nadie tiene derecho a privar de la vida a alguien, así se trate de otro delincuente y que la obligación de las instituciones de la materia consiste en impedir estos delitos graves y castigarlos cuando no se puedan evitar.
La cultura de respeto a los derechos humanos avanza, inclusive con el establecimiento de una nueva generación de estas garantías, pero en la práctica hay resistencia a concretarlos como comportamiento cotidiano siempre y de todas las instituciones.