*Este año asesinaron a varios policías. * Los agreden también cuando evitan linchamientos.

Con diferencia de pocas horas, a principios de la semana ante pasada un policía recibió dos balazos en la cabecera municipal de Zumpango, y otro uniformado sufrió un intento de homicidio en Atizapán de Zaragoza.
El primer caso pasó desaparecido, mientras el segundo se convirtió en viral en las redes sociales, porque se trató de la difusión de un video, en el cual se mostró a un policía de Atizapán sobre el cofre de un vehículo compacto, que circulo a 110 kilómetros por hora. Un iracundo conductor no permitió el levantamiento de una infracción y decidió mejor poner en riesgo la vida del guardián del orden.
Éste corrió peligro de muerte, porque si no hubiera podido mantenerse en el cofre durante el recorrido, habría caído con alto riesgo de morir por un golpe en la cabeza en el pavimento o arrollado por otro vehículo.
Los dos casos ilustra con mucha nitidez la falta de respeto y consideración de no pocos miembros de la comunidad mexiquense, supuestamente pacíficos, hacía los uniformados y la hostilidad de los delincuentes contra los mismos.
Elementos policíacos del Estado y los municipios han sufrido durante todo el año que termina agresiones de la población cuando han intentado liberar a reales o falso delincuentes en riesgo de morir linchados en pueblos de la entidad.
Varias patrullas, tanto coches como motocicletas también han sido quemadas por enardecidas multitudes en estos casos, en tanto que los delincuentes han asesinado a varios policías estatales y municipales, como ocurrió en la emboscada de hace unos meses en el sur del territorio mexiquense.
Los malhechores le perdieron el miedo a la policía, mientras que una parte de la sociedad también le perdió el respeto y confianza, lo cual agrava el problema de la ineficacia de los cuerpos de seguridad en la prevención y combate al delito.
No hay un solo caso de operativo para evitar linchamiento en el cual los uniformados no sufran agresiones físicas y verbales, inclusive resistencia al salvamento de reales o delincuentes inventados, en riesgo de perder la vida ante irritados pobladores.
En estos casos se da la quema de vehículos policíacos, sin que se investigue al menos para saber quiénes fueron los culpables. Las autoridades harían bien presentar una relación de los policías asesinados y lesionados en los últimos dos años, del número de patrullas quemadas o destruidas por grupos que inclusive en algunos casos actúan para defender a los delincuentes, como ha ocurrido cuando se ha tratado de capturar a “huachicoleros”.