COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
LO QUE ES Y LO QUE NO ES AMLO Y LO QUE PUEDE
Y LO QUE NO EXIGÍRSELE, SEGÚN EL SENTIDO COMÚN
No es de sentido común exigirle desde ahora al presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando no lleva mes y medio en el cargo, resultados y solución a problemas de décadas, inclusive de siglos en muchos casos. Tampoco es razonable la posición de quienes culpan al mandatario de no diseñar un programa general de gobierno anticapitalista.
Quienes por obligación damos seguimiento a los protagonistas de la actividad política y de las instituciones no recordamos una sola promesa del tabasqueño sobre la expropiación de los medios de producción y su transferencia al Estado, condición indispensable para instaurar un sistema anticapitalista; es decir, el socialismo. Si no se comprometió a ello no puede pedírsele conducir al país por ese rumbo ideológico.
Por si fuera poco, en las condiciones internas y externas actuales sólo un demente podría intentar instalar un régimen socialista en un país con tres mil 180 kilómetros de frontera con la primera potencia capitalista del mundo, hegemónica en lo económico, lo militar, lo tecnológico y, por añadidura, con un fascista como gobernante.
López Obrador ofreció erradicar la corrupción y castigarla, pero a partir del primero de diciembre del año pasado, no la de antes. De la misma forma se comprometió a reducir a su mínima expresión el problema de la inseguridad pública, alta incidencia delictiva y violencia criminal, además de impulsar un desarrollo económico con equidad en la distribución del ingreso, para abatir la pobreza en las ciudades y las zonas rurales.
Se trata de objetivos compartidos por todos los mexicanos, salvo por el reducido grupo generador y usufructuario del crecimiento caracterizado por la concentración de la riqueza y el aumento y expansión de la pobreza en el territorio nacional. Son los mismos enriquecidos no tanto por sus habilidades empresariales como por sus vínculos con el poder público y su condición de cómplices en el saqueo al erario mediante la venta de bienes y servicios y contratos de obras públicas con sobreprecio.
Las modalidades del daño al patrimonio nacional incluyen la apropiación de bienes de la nación casi regalados, como son los casos de las concesiones mineras, petroleras, de autopistas, de aeropuertos, para canales de televisión y cadenas nacionales de radiodifusoras. Y son estos intereses los que se oponen los citados objetivos estratégicos del gobierno lópezobradorista.
En estas condiciones, los mexicanos de todos los partidos y los sin partidos podemos y debemos exigirle al presidente de la República que restaure las condiciones de seguridad, tranquilidad y paz social, impida y combata la corrupción y disminuya la pobreza, saque al país del estancamiento económico y haga un gobierno eficaz y barato.
Criticarlo y exigirle que haga un gobierno anticapitalista es absurdo, porque López Obrador no es socialista, ni los electores votaron por un proyecto socialista. La población quiere ejercer su derecho a tener seguridad, a disponer de condiciones económicas para progresar y no tolera más la corrupción. Si consiguen estas metas las actuales autoridades federales, pasarán a la historia como extraordinarias. Así de sencillo.