Agredieron Delincuentes y Ciudadanos a Policías en Distintas Partes del Estado

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El caso no abona a la confianza ciudadana hacia los policías mexiquenses.

*En 2018 asesinaron a varios policías. * Los agredieron también al evitan linchamientos.

Se agravaron agresiones y falta de respeto a policías mexiquenses.

El año pasado fue mal año para los policías estatales y municipales mexiquenses. En numerosas ocasiones y en distintas zonas del territorio fueron asesinados o lesionados, de lo cual la emboscada mortal en un área boscosa de Almoloya de Alquisiras fue la prueba.

Las agresiones, algunas letales, se dieron lo mismo en las ciudades que en áreas rurales, inclusive ocurrieron cuando en cumplimiento de su deber evitaron el linchamiento de reales o supuestos delincuentes. Casi no hubo municipios en donde no se registrarán actos hostiles a los uniformados, a quienes la población sigue sin tenerles confianza y sin respaldarlos.

Se dieron a conocer los ataques mortales, pero pocas veces las agresiones de otros tipos, de los cuales fue una excepción el caso de un policía de Atizapán sobre el cofre de un vehículo compacto, que circulo a 110 kilómetros por hora. Un iracundo conductor no permitió el levantamiento de una multa y decidió mejor poner en riesgo la vida del guardián del orden.

Éste corrió peligro de muerte, porque si no hubiera podido mantenerse en el cofre durante el recorrido, habría caído con alto riesgo de morir por un golpe en la cabeza en el pavimento o arrollado por otro vehículo.

Este hecho ilustró con mucha nitidez la falta de respeto y consideración de no pocos miembros de la comunidad mexiquense, supuestamente pacíficos, hacía los uniformados. Más grave fue la hostilidad de los delincuentes, quienes mataron o lesionaron a policías.

En 2018 se difundieron las agresiones sufridas por uniformados estatales y de municipios por parte de la población cuando ejecutaban operativos para liberar a reales o falso delincuentes en riesgo de morir linchados. Varias patrullas, tanto coches como motocicletas también fueron quemadas por enardecidas multitudes defensores de presuntos delincuentes.

Los malhechores le perdieron el miedo a la policía, mientras una parte de la sociedad les perdió el respeto y confianza, lo cual agrava el problema de la ineficacia de los cuerpos de seguridad en la prevención y combate al delito. No hubo un solo caso de operativo para evitar linchamiento en el cual los uniformados no hubieran sido agredidos.

Abundaron las quemas de vehículos policiacos, sin que se conozcan investigaciones al menos para saber quiénes fueron los culpables. Las autoridades no han ofrecido una relación de los policías asesinados y lesionados en los últimos dos años, del número de patrullas quemadas o destruidas por grupos que inclusive en algunos casos actúan para defender y evitar la captura de delincuentes, como ha ocurrido con los “huachicoleros”.

Pueblos enteros apoyan más a delincuentes que a los elementos de seguridad que tienen la obligación de proteger sus bienes y vidas, en una situación que agrava y dificulta el logro de las metas de contar con policías eficaces y la elevación de los índices de seguridad.

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