*Como gobernador proponía modernizar la planta fabril antes de la apertura comercial.
De la redacción
(Primera parte)
El recién fallecido exgobernador Alfredo del Mazo González fue un político visionario. Desde su campaña electoral para el cargo, a principios de los años ochenta del siglo pasado, previó los graves problemas para la economía nacional si no se modernizaba la planta fabril para hacerle frente a los desafíos de la apertura comercial en puerta.
Dos años antes México había firmado la carta de intención para incorporarse al Acuerdo General Sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), concretado en 1986, con lo cual se abrirían las fronteras mexicanas a los 91 países comprometidos en ese pacto.
Las crónicas periodísticas de quienes cubrieron sus trabajos proselitistas por el territorio estatal consignaron su preocupación por las desventajas de la producción manufacturera nacional frente a la extranjera en el mercado interno y el externo.
Alfredo del Mazo González proponía trabajar de inmediato en lo que él denominaba “reconversión industrial”, para elevar la productividad, mediante un mayor incorporación de tecnología a los procesos manufactureros para abatir costos y elevar la calidad de los productos mexicanos, única forma eficaz para aprovechar las ventajas del intercambio comercial en puerta ante el ingreso de México al GATT.
Este acuerdo rigió desde 1948, creado como producto de la posguerra, hasta 1995, cuando fue sustituido por la Organización Mundial de Comercio (OMC), ahora con aproximadamente 170 países.
El fallecido exgobernante mexiquense advertía que sin la reconversión (modernización) de la planta industrial, México quedaría en desventaja ante las políticas de desregulación impuestas por GATT a sus miembros.
Temía, y el tiempo le dio la razón, el cierre de miles o cientos de miles de empresas fabriles mexicanas, por no estar preparadas para la competencia con bienes de las industrias de otros países ya altamente desarrolladas y consolidadas en ese tiempo y, ahora se sabe, apoyadas directa o indirectamente por sus gobiernos.
Su propuesta era visionaria y pertinente. De haberse atendido, se hubieran evitado las quiebras de pequeñas, mediana y aun grandes empresas industriales que no resistieron la competencia con bienes manufacturados en los países desarrollados.
Su iniciativa fue desoída al perder ante Carlos Salinas de Gortari la lucha interna por la candidatura presidencial del PRI para la sucesión de 1988. Sólo desde la presidencia de la República podía ponerse un plan en los términos planteados por Del Mazo González. Y tampoco hubo modernización fabril previa a la entrada en vigor del TLCAN, cuyas consecuencias han sido desastrosas para los sectores empresariales no exportadores.