1-Cada día es más notorio e intenso el asedio de los grandes medios informativos al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. La mejor prueba es que ahora que se está descubriendo los grandes actos de corrupción del anterior gobierno y el abandono y daño a las dos principales empresas públicas. Pemex y CFE, los comentarios de las acciones de las autoridades presentan la situación como si fuera culpa de la actual administración.
En lugar de escandalizarse por el desmantelamiento y los altos índices de deshonestidad e ineptitud deliberada y programada de los anteriores gobiernos para quebrar a las empresas, a las que como si fuera una burla cruel, el presidente Enrique Peña Nieto les cambio el nombre y las denominó oficialmente “empresas productivas del Estado”, critican las medidas que se están tomando para resolver la zona de desastre en que convirtieron a Pemex y la CFE.
2-Uno de los problemas que tiene el gobierno de López Obrador es que sus adversarios -especialmente el poder fáctico económico- no necesitan pagar para desviar la atención de los temas del debate sobre México; es decir, sobre las consecuencias de la corrupción e ineptitud en el nivel de vida de los mexicanos, porque son suyos los grandes medios informativos. El Poder Ejecutivo Federal, en cambio, debe pagarle a los medios de sus adversarios para difundir cuanto dice y hace, con todas las desventajas que eso implica, si bien el universo informativo y analítico, por falta de objetividad y sesgo que lo caracteriza, ya no tiene la credibilidad de antes.