FRACASARON ELECTORALMENE PRI, SUS GOBIERNOS
Y M. INFORMATIVOS; Y NO PUEDEN DAÑAR A AMLO
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Trece años de campaña de calumnias y 65 mil millones de pesos gastados por la presidencia de la República en medios informativos y periodistas en el anterior sexenio, para frenar y neutralizar política y electoralmente a Andrés Manuel López Obrador fracasaron estrepitosamente. Fue dinero tirado a la basura.
El tabasqueño impuso un récord en las urnas, al superar los 30 millones de votos el primer domingo de julio del año pasado, y acumular más de 60 millones de sufragios en sus tres campañas presidenciales, en las cuales le echaron montón el PRI, el PAN, los gobiernos estatales y municipales priístas, la casi todos los medios informativos y las organizaciones de las cúpulas empresariales.
Todos esos factores de poder institucional y fácticos sólo pudieron convencer a nueve millones 290 mil electores para votar por José Antonio Meade, candidato del PRI-PVEM y NA, pero no tuvieron influencia en más de 30 millones de los convencidos por López Obrador, ni en los 12.6 millones de seguidores de Ricardo Anaya, ni en los dos millones 290 mil de Jaime Rodríguez, “El Bronco”.
En el caso particular de los grandes medios informativos impresos, electrónicos y digitales, quedaron evidenciados como inútiles para construir buena imagen a los gobernantes, pues el entonces presidente Enrique Peña Nieto terminó como el más impopular de todos sus antecesores y tampoco pudieron ayudar a José Antonio Meade.
Los grandes medios informativos y los periodistas más conocidos muestran igualmente su incapacidad para dañar la imagen del presidente López Obrador. Mantienen un asedio a todo lo que hace o dice, no hace y no dice el tabasqueño. No obstante, en lugar de debilitarlo y restarle respaldo ciudadano, sus acciones tienen efectos contraproducentes para sus planes.
El mandatario ganó el cargo con el 53.19 por ciento de la votación, y en las últimas encuestas el respaldo llegó al 86 por ciento. Se desvaneció así el principal instrumento de chantaje de la gran prensa y periodistas: el de poder destruir gobiernos y políticos, con el cual mantuvieron sometidos a los últimos tres presidentes de la República.
Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto comprendieron tardíamente su error y temor ante los medios y periodistas; sobre todo, el último, porque los 65 mil millones de pesos que les dio a las empresas propietarias de medios informativos no le sirvieron para nada.
La llamada genéricamente “gran prensa” no le forjó una imagen de gobernante extraordinario, ni pudo anular política y electoralmente a Andrés Mane López Obrador, para lo cual el mexiquense les destinó esos 65 mil millones de pesos, más grandes prebendas, concesiones y privilegios como la condonación y devolución de impuestos.
En las elecciones federales y particularmente en la presidencial, el poder de persuasión de los electores por parte de los grandes medios no se vio, a pesar del interés mercenario y de sus propias conveniencias que tenían para hacer fracasar al político tabasqueño. Los resultados de las urnas son contundentes al respecto.
En la otra vertiente, aun con el apoyo del gobierno federal, los estatales y municipales priístas, los esfuerzos de los partidos coaligados para apoyar la candidatura de José Antonio Meade, los medios informativos sólo convencieron a 9 millones 290 mil de los cerca de 58 millones de votantes que acudieron a las urnas. Se cayó la idea que habían arraigado de que hacen y destruyen políticos.