Los “Chuchos” manejaron al PRD como empresa familiar y de cuates. La tribu que comanda Jesús Ortega adquirió la mayoría en ese partido y con ello controló cargos directivos en los estados y municipios, en la dirigencia nacional, candidaturas -principalmente para cargos de representación proporcional y en los primeros lugares de las listas- y además, o sobre todo, la jugosa interlocución con los gobiernos priístas y panistas. En el Estado de México hay perredistas o experredistas que antes sufrían para reunir para el camión y ahora viven en colonias fastuosas.
En estas condiciones, ¿cómo esperaban que los electores siguieran votando por sus siglas? Por eso se desmoronó ese partido que en 2006 muy probablemente ganó en las urnas la presidencia de la República, pero la perdió por un megafraude. Ahora, después de la renuncia a sus filas de nueve diputados federales su bancada se quedó con sólo 10 legisladores.
Entre los que salieron del PRD figura Javier Salinas Narváez, quien como diputado local presidía una comisión encargada de ver el manejo de los fondos públicos estatales.
Pero se le ocurrió cuestionar la opacidad en el ejercicio de cientos de miles de millones de pesos adicionales entregados por la federación al GEM en el sexenio de Eruviel Ávila Villegas y ‘casualmente’ su líder de bancada en la Legislatura mexiquense le quitó esa comisión y lo despojó de la vicecoordinación del grupo. Así se manejaba ese partido.
