PORTALES DIGITALES SUSTITUYERON A LAS SÍNTESIS
COMO INSTRUMENTOS PARA CORROMPER PERIODISTAS
MAXIMILIANO CASTILLO R.
En una conversación con uno de mis mejores maestros en la licenciatura (si no aprendí no es culpa suya) en un café del sur de la Ciudad de México se refirió a los millones de pesos cobrados cada año en el anterior sexenio por conocidos periodistas a la presidencia de la República a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Extraordinario reportero en su juventud de la “fuente” de la Secretaría de Relaciones Exteriores, a cuyo servicio estuvo varios años después como embajador, explicó que la cooptación y franca corrupción de periodistas por el poder público no es nueva; al contrario, data de muchas décadas, de lo cual el mejor ejemplo fue Carlos Denegri, reportero estrella de “Excelsior” antes de la era de Julio Scherer.
Con humor el académico sostuvo que tampoco es nueva la situación de periodistas incorruptibles, aunque sean los menos. “Abundan, en cambio, quienes se dejan corromper, quienes buscan que los corrompan y, los peores: quienes buscan que los corrompan y nadie se interesa en hacerlo”. También están los que calumnian, difaman e insultan para obtener beneficios, “aunque esta especie casi se extinguió”, abundó.
Al retomar el tema de los portales digitales, dijo que estos sustituyeron a las síntesis que antes vendían a los gobiernos y sus dependencias conocidos y hasta tenidos por respetables periodistas. Constituían empresas dedicadas a recortar y pegar notas, editoriales, columnas, artículos de fondo, con el previo visto bueno de los poderosos en turno. Entregaban el material recopilado y cobraban fuertes sumas de dinero por ello.
Se trataba, explicó el experiodista, de un simple mecanismo para tener acceso a los fondos públicos. En realidad no cobraban por las síntesis, sino por el ocultamiento de las fallas, arbitrariedades, corrupción e ineptitud de los altos funcionarios públicos y para salir en su defensa a través de sus columnas o artículos, cuando era necesario.
La presidencia de la República, recordó el maestro, las secretarías y empresas públicas descentralizadas “disponían de áreas en las cuales elaboraban síntesis mucho más completas que las compradas a los periodistas, pero eso no importaba. Se trataba de corromper a los analistas profesionales, quienes no aceptaban recibir dinero en efectivo cada mes, como lo hacía la infantería del periodismo”.
No es distinta la situación actual con las páginas Web de periodistas conocidos. Cobran o cobraban millones de pesos al año y en muchos casos, millones de pesos cada mes, con el pretexto de difundir las actividades del presidente de la República y de sus funcionarios, sin importar que esos portales casi no tuvieran visitas.
Eso no interesaba, porque de lo que se trataba era de recibir buen trato en los espacios de noticieros y de debates en los medios electrónicos y en columnas, artículos y otras modalidades en los espacios de opinión de los medios impresos, explicó el conocedor del comportamiento de las instituciones públicas en sus vínculos con los informadores y analistas profesionales. “Cobraban por no criticar y por defender”, reiteró.
“Los responsables de comunicación social saben que los seguidores de plataformas digitales no leen boletines, ni comentarios elogiosos, pero el pago a periodistas concita gratitud y defensa de las causas institucionales, y ataques a los adversarios de quienes pagan”, concluyó.