
*Son instrumento del capital financiero mundial para someter a estados soberanos.
Hasta el 30 de noviembre pasado, México estuvo sumido en la corrupción e impunidad y rapacidad del grupo gobernante. La ineptitud e insensibilidad social y su desvinculación de los intereses de la población fue su dominador visible.
Esas características de los funcionarios federales propiciaron la falta de crecimiento económico, inseguridad pública, pobreza, desigualdad y un endeudamiento de 5 billones de pesos en el sexenio, para llegar a10 billones 700 mil millones de pesos.
No obstante, Standard and Poor´s, una de las principales calificadoras de deuda en el mundo jamás consideró inconveniente las condiciones financieras del país. Dejó que en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto sus secretarios de Hacienda y Crédito Público, Luís Videgaray Caso y José Antonio Meade Kuribreña siguieran endeudando a México y pidiendo crédito internacional para pagar intereses, expuso Gabriel L. Villalta, responsable de la sección de economía y finanzas de este semanario.
“Ahora que se está combatiendo la corrupción, la impunidad, la inseguridad pública, se busca un desarrollo económico equitativo, S&P advierte riesgos para el crecimiento económico por las políticas del nuevo gobierno”, abundó.
Las condiciones generales del país no estuvieron mejores antes, cuando se agravaban y no había ningún intento de resolver los problemas, frente a lo cual la conocida calificadora guardó silencio. El argumento principal para su comportamiento faccioso que cambió de “estable” a “negativa la perspectiva de la deuda del gobierno mexicano es que “las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador han afectado la confianza de los inversionista, pero ocurrió justo cuando los empresarios más ricos del país se comprometieron a invertir y contribuir para que se alcance un crecimiento del 4 por ciento anual del producto interno bruto (PIB)”.
No puede ser más torcido esgrimir pérdida de confianza de los inversionistas en el futuro de la nación y el gobierno cuando las organizaciones de los empresarios anunciaron un respaldo y confianza en el nuevo gobierno.
Esa calificadora mucho bien le hubiera hecho al país de haber advertido al anterior gobierno de la inconveniencia representada por el desmesurado crecimiento de la deuda pública y del monto de lo intereses anuales pagados por ese pasivo. No lo hizo.
Y oportuna hubiese resultado una advertencia de que México no podía seguir endeudándose para pagar intereses de ese endeudamiento, pero guardó silencio, porque el aumento del peso del pasivo y de los réditos resultaban beneficiosos para el capital financiero internacional. Ocurrió lo mismo con la deuda de Pemex, que para otra calificadora la empresa estaba mejor cuando era saqueada por corruptos y perdía 65 mil millones de pesos por robo de combustibles que ahora que esos problemas no existen.