1-Muchos ángulos para el análisis tiene la solicitud del presidente Andrés Manuel López Obrador a la monarquía española para que pida perdón por las atrocidades que perpetraron sus súbditos durante la conquista y época colonial. La solicitud fue rechazada por el gobierno ibérico.
La verdad es que, independientemente de lo que cada mexicano opine al respecto, el planteamiento fue hecho a la corona, no a las autoridades civiles españolas. Debió contestar el rey como tal, no el gobierno.
Sorprende, por lo demás, el acalorado debate generado por el tema en México, cuando se suponía que lo ocurrido hace 500 años no interesaba, e incluso carecía de sentido solicitar el perdón. Por lo visto, la violación de los derechos humanos cometidos por los españoles (el hecho de que no existieran penalmente entonces no quiere decir que esos actos no se hubieran cometido) no se olvida. Por eso el perdón hubiera resultado útil a los dos países. Lo que pasa es que las autoridades españolas siguen siendo arrogantes y no pedirán perdón. Grosero resultó el escritor Pérez Reverte, quien no era considerado monárquico.
2-No se sabe cómo reaccionará el Papa Francisco, pero también la Iglesia Católica debe reconocer los inhumaos castigos aplicados por la Santa Inquisición a quienes consideraba herejes, aunque no lo fueran. Cualquier mexicano que haya conocido los dispositivos para torturar, incluyendo las ruedas para desmembrar a los acusados, sabe que es necesario pedir perdón. En no pocas ocasiones la institución religiosa actuó para decomisar los bienes del supuesto hereje. Muchos inocentes fueron asesinados. Además, los padres de la patria fueron excomulgados. La solicitud de perdón haría bien a la Iglesia Católica, a sus fieles y a todos los católicos.