*Luchó y murió por recuperar tierras de labriegos. *Rechazó una hacienda ofrecida.

Mañana miércoles se cumplirán cien años de la traición y asesinato ordenado por Venustiano Carranza de uno de los más puros e incorruptibles jefes de la Revolución Mexicana: Emiliano Zapata Salazar, más conocido simplemente como Zapata.
En Morelos, su estado natal y también escenario de la traición de Jesús Guajardo, se recordará el acontecimiento luctuoso y la lucha incansable por los derechos de los campesinos a la recuperación de las tierras, de las cuales fueron despojados por los hacendados, especialmente en el tiempo de la dictadura de Porfirio Díaz.
Una vez triunfada la Revolución, Zapata fue protagonista de una discusión con el presidente Francisco I. Madero, pero lo que más impresiona y lo pinta de cuerpo entero en su contextura moral fue la respuesta dada al presidente, cuando éste le ofreció una hacienda a cambio de deponer las armas. Los corruptos consideran tontería lo decidido por Zapata:
Rechazó la oferta y le aclaró al después víctima también de una traición (la de Victoriano Huerta) que no se había levantado en armas para hacerse de una hacienda, sino para que los campesinos recuperaran las tierras de que fueron despojados en el Porfiriato, de las cuales tenían títulos de propiedad otorgados desde el virreinato.
ANTECEDENTES FAMILIARES
Mucho se ha escrito sobre Zapata, pero poco se ha destacado del contexto familiar y escolar que forjó su carácter revolucionario, inconforme y honesto que tanto se le reconoce al revolucionario suriano. Sólo leyendo las diferentes biografías del jefe revolucionario es posible conocer estos antecedentes.
Su rebeldía no fue producto de la casualidad, ni se volvió revolucionario por ocurrencia. Cuando a finales de la década de los ochenta del siglo 19, antes de cumplir 10 años (nació el 8 de agosto de 1979, en Anenecuilco, Morelos) presenció los despojos de tierras a agricultores, decidió que de grande lucharía por corregir la injusticia.
Nació con el espíritu rebelde, pues su abuelo materno, José Salazar combatió al lado de José María Morelos y Pavón, especialmente en el Sitio de Cuautla, mientras sus tíos Cristino y José Zapata pelearon en la Guerra de Reforma y contra la intervención francesa; por cierto, bajo las órdenes de Porfirio Díaz.
Por si fueran pocos estos antecedentes familiares, Emiliano Zapata tuvo como maestro en la primaria a Emilio Vara, quien había sido soldado nada menos que de don Benito Juárez, en una de las épocas más convulsionadas de la historia del país.
Su carácter inconforme ante las injusticias le costaron encarcelamientos, destierros y reclutamiento por la leva, además de la ubicación forzada como caballerango del general porfirista Pablo Escandón y del yerno del dictador, Ignacio de la Torre, lo cual ha sido mal interpretado y utilizado por sus detractores para presentarlo casi como capataz de los intereses de los grandes hacendados, en una falsificación dolosa de la biografía del héroe revolucionario.
De la traición y de su muerte, de su participación en la lucha revolucionaria, de su alianza con Villa, de la presencia de ambos en Palacio Nacional, de la leyenda de que vive, mucho se ha escrito en estos cien años, y sale sobrando repetirlo.