*La que incinera basura tiene ingresos de mil 533 mdp al año, pero daña la salud.
De la redacción

Una planta cementera y una que abandonó la actividad y ahora se dedica a incinerar desechos sólidos, dañan el ambiente y la salud de los mexiquenses en la Zona Metropolita del Valle de México (ZMVM), alertaron Brisa Carrazco Gallegos, especialista de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM); y el experto en laboratorio de investigación, Jorge Tadeo Vargas, de la misma institución.
Ambas plantas se ubican en territorio mexiquense: una en el municipio de Tlalnepantla; la segunda, en el de Apaxco, según la investigadora de la Facultad de Geografía de la citada institución de estudios superiores.
La localizada en Tlalnepantla dejó de operar y producir cemento desde hace unos años, pero ahora sigue contaminando con una nueva actividad: la de incinerar desechos sólidos generados y recolectados en la Ciudad de México.
La cementera activa se encuentra en el municipio de Apaxco, en los límites con el estado de Hidalgo, en cuyo territorio funcionan otras cuatro plantas, para en conjunto contaminar altamente la atmósfera de la región.
La ex cementera de Tlalnepantla obtiene ingresos por cerca de mil 540 millones de pesos al año y su principal cliente es el gobierno de la Ciudad de México, al cual le incinera 7 mil toneladas de basura cada día.
Esa actividad le resulta altamente rentable, pero a cambio lanza emisiones contaminantes al aire, que contribuyen al deterioro de las condiciones ambientales de la zona, una de las más pobladas y contaminadas del Estado de México.
La especialista de la Máxima Casa de Estudios del Estado explicó que la ex cementera, localizada cerca de la salida hacía Querétaro, genera grandes cantidades dióxido de carbono, dioxenas y benceno, entre otros componentes que contaminan el aire y son perjudiciales para la salud.
La contaminación generada se agrava porque en su proceso de incineración utiliza llantas como combustible, un material que al incendiarse genera emisiones altamente dañinas para la salud.
Los efectos de esta actividad impactan a la Zona Metropolitana del Valle de México, de la que forma parte una poblada región del Estado de México, porque ahí se ubican los municipios mexiquenses de mayor peso demográfico.
Carrasco Gallegos destacó que esta planta opera sin regulación de las autoridades ambientales de la federación ni del Estado, y los contaminantes que lanza al aire afectan la salud de la población de la zona.