1-No hay nada qué agradecerle a Trump por haber rectificado su antimexicana decisión de aplicar un arancel del 5 por ciento a las mercancías nacionales que ingresan a su país. No reflexionó, ni cambió por responsabilidad, sensibilidad y convencimiento de que estaba mal, sino porque impuso a México condiciones atentatorias a las decisiones de un estado soberano, como la de modificar su política migratoria frente a los centroamericanos, convertirse de facto en un tercer país seguro para albergar a indocumentados de otros países que ingresen a Estados Unidos y pidan asilo. Estarán en suelo mexicano mientras les resuelvan y respecto de los que sean rechazados nada se dijo. Se entiende que ya será problema de México.
Por si fuera poco, ahora México debe importar más alimentos estadounidenses de origen agrícola, pero además la suspensión del arancel no es definitiva, sino indefinida, por lo que Trump puede volver a amenazarnos con el mismo recurso ilegal para obtener otras concesiones; sobre todo, en materia de política exterior para América Latina.
El arbitrario, prepotente y soberbio y abusivo mandatario estadounidense arrinconó al gobierno mexicano y lo dejó en la disyuntiva de optar por una solución mala o una peor, como lo hubiera sido la del arancel. Por eso no hay nada qué agradecerle, y sí mucho que reclamarle.
2-En la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca (APVT) se generó un interesante debate sobre esta fecha, considerada como “Día de la Libertad de expresión”. Lo que pasa es que la propia organización con el respaldo de la Federación de Asociaciones de Periodistas de México (FAPERMEX) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) desechó el 7 de junio como “Día de la Libertad de Expresión” y acordó festejar esa garantía constitucional fundamental de los mexicanos el 11 de abril, aniversario de la aparición del periódico insurgente el “Ilustrador Nacional” que vio la luz en 1812, en Sultepec.
El 7 de junio no tiene antecedentes históricos en el periodismo. Fue inventado como efeméride de esa libertad por los empresarios del ramo, en tiempos de Miguel Alemán, con quien convivían en esa fecha de junio de cada año. Se utilizaba para agradecerle al presidente de la República en turno por la libertad de expresión que garantizaba, aunque en la práctica los tuviera sometido a un rígido control y no hubiera información y análisis independientes.
De cualquier manera, en el caso de la APVT cada año en el día, antes o después, organiza un partido de futbol entre fotógrafos y reporteros, después del cual se convive, pero sin tratar el tema de la libertad de expresión, sino las incidencias y resultado del juego.