EXCESIVA VIOLENCIA A RAS
DE SUELO EN ESTA ENTIDAD
SOMETIDA LA POBLACIÓN POR INSEGURIDAD Y VIOLENCIA
Los casos de masacres en suelo mexiquense por parte de la delincuencia organizada no son, por fortuna, frecuentes como en otras entidades federativas. Esa circunstancia a simple vista hace inexplicable el grado de permanente terror de la población estatal a los delincuentes, especialmente en los municipios de las dos grandes zonas metropolitanas.
No obstante, hay razones para esa percepción de inseguridad e indefensión: en algunos delitos, en el cien por ciento de los casos se utiliza la violencia contra las víctimas. En ningún otro estado de la República es tan alto el índice de violencia ejercida por los criminales como aquí.
La situación de peligro es más notoria y conocida en el transporte urbano colectivo, pues allí no sólo se ejerce violencia en los asaltos, sino se hace casi siempre con armas de fuego, con lo cual los ladrones se colocan en una posición de fuerza mortal frente a sus indefensas víctimas, por razones fáciles de entender.
El problema de la inseguridad pública y el alto número de delitos en suelo mexiquense se agrava, precisamente, por ese uso de la violencia al cometerlos en calles, espacios públicos, el transporte, las viviendas y en otros sitios. En un alto porcentaje ni siquiera se entiende el empleo de la fuerza pues las víctimas no oponen resistencia.
Dicha violencia se aplica contra hombres y mujeres sin importar su edad, y lo mismo se amenaza con armas de fuego o blancas a los adultos y adultos mayores, que a jóvenes adolescentes e incluso, en el colmo de la irracionalidad, a niños y personas afectadas por alguna discapacidad.
Reportes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y de especialistas en el tema han aportado datos sobre el alto riesgo que corren los mexiquenses en los asaltos, aun cuando los daños patrimoniales promedio sean muy bajos; es decir, se usa la violencia excesiva y hasta despiadada contra personas que ni siquiera llevan mucho dinero o pertenencias de alto valor.
Como se publicó hace poco en “El Espectador”, en el universo criminal del Estado de México delincuentes pobres roban a víctimas igualmente pobres, contra las cuales ejercen violencia innecesaria porque no oponen resistencia a los asaltos, ni están en condiciones de poner en riesgo la vida de los asaltantes.
No son pocos los casos en que los criminales asesinan a personas indefensas, porque no traen dinero ni bienes de alto valor, prueba de la irracionalidad y la barbarie prevalecientes en el mundo del hampa mexiquense, particularmente de la que actúa a ras de piso y afecta a los mexiquenses más humildes.
Los datos del INEGI sobre los robos denunciados en suelo mexiquense en el primer cuatrimestre del año rebasaron la cifra de 42 mil, pero los perpetrados superan muchas veces ese número, porque se denuncian menos del 5 por ciento, y el uso de la violencia no se limita a aquellos hechos del conocimiento de las autoridades, sino es común en todos los casos, lo cual pone de manifiesto la urgencia de que las autoridades cumplan con sus obligaciones constitucionales de proteger vida y bienes de los mexiquenses.