LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE GRANDES MEDIOS;
CENSURA Y AUTOCENSURA DE CHICOS EN ESTADOS
MAXIMILIANO CASTILLO R.
La prensa, como genéricamente se conoce a todos los medios informativos, sin importar la modalidad, vive en estos momentos a escala nacional la mayor libertad de expresión desde los tiempos de don Francisco I. Madero como presidente. Y la están ejerciendo a plenitud, en defensa de sus intereses y los de sus patrocinadores.
En otras colaboraciones para “El Espectador” hemos reflexionado sobre la forma, sentido y objetivo que tiene ese ejercicio de la libertad de expresión, y no queremos insistir sobre ese importante tema, sino acerca de la diferencia en las posiciones del gobierno federal frente los medios informativos y la de los gobiernos estatales y municipales ante los diarios, noticieros de televisión, radiodifusoras y sitios Web.
Estas autoridades convirtieron el gasto publicitario en un eficaz y pernicioso instrumento de censura y para obligar hasta la autocensura, abusando de las necesidades de las empresas editoras, de televisión y radiodifusoras locales de ingresos para sobrevivir en estos tiempos de crisis.
En el Estado de México es visible este fenómeno de la censura y autocensura impuestas por los gobiernos estatal y municipal, en detrimento de la libertad de expresión y del derecho constitucional los gobernados a estar bien informados de cuanto hacen bien, de cuanto hacen mal y de lo que no hacen.
De esta situación muy pocos diarios y espacios noticiosos en medios electrónicos se salvan, lo cual prueba la naturaleza antidemocrática de las autoridades al condicionar la entrega de publicidad al ocultamiento de la verdad y la difusión de propaganda gubernamental.
No necesitan mandar a golpear, encarcelar o asesinar periodistas para ser consideradas como represivas de la libertad de expresión, pues no han llegado a esas acciones propias de las dictaduras pues les ha funcionado muy bien el gasto propagandístico como mecanismo inhibidor del ejercicio de ese derecho fundamental para la sociedad y la vida pública de cualquier nación, estado o municipio.
Con censura y autocensura la democracia se asfixia y la falta de información sobre la realidad institucional termina aislando a las autoridades de sus gobernados, como es notorio en la entidad mexiquense y en la mayoría de los municipios, porque la desinformación y la falta de contacto erosionan la confianza de la población, y más cuando burdamente los problemas de ineficacia, limitaciones, omisiones, corrupción y desinterés en resolver los problemas sociales se ocultan.
En la mayoría de las entidades federativas del país es común esta posición de los gobiernos estatales y municipales frente a los medios informativos, porque no les convienen medios que informen y analicen con objetividad, profesionalismo y veracidad sobre lo que ocurre en cada demarcación y del desempeño de las autoridades.
Prefieren mantener relaciones con medios que difunden malos contenidos, ocultan la verdad y aplauden, con efectos contraproducentes para la credibilidad de las instituciones y de la prensa local, a contracorriente de la posición del gobierno federal.