DISCRIMINACIÓN SALARIAL FEMENIL EN FUT Y BOX
*Diferencias abismales en salarios entre hombres y mujeres en esos dos deportes.

De la redacción
La brasileña Martha Vieira da Silva, considerada la mejor futbolista del mundo, llegó a ganar como máximo 500 mil dólares anuales. Y fue un caso excepcional en cuanto a altos ingresos para una mujer dedicada en cuerpo y alma al futbol.
Su compatriota Neymar, que no es el mejor jugador del planeta, percibe en el PSG casi 44 millones de dólares por año, en una diferencia que, como ocurre en el boxeo, es discriminatoria, machista y misógina, según un análisis comparativo de “El Espectador”.
Vieira da Silva tiene la ventaja sobre el exjugador del Santos y el Barcelona de no fingir faltas, y no quedarse tendida en la cancha simulando lesiones, sino que más dura en caer que en estar de nuevo de pie, disputando la pelota.
Lo mismo ocurre en el box, donde Saúl “Canelo” Álvarez, monarca planetario de superwelter y mediano, gana 35 millones de dólares por pelea de campeonato mundial, mientras las campeonas mujeres deben conformarse, en el mejor de los casos, con 20 mil dólares por combate campeonil en las grandes plazas.
Si la diferencia entre Vieira da Silva y Neymar es estratosférica en perjuicio de la jugadora, peor está la situación de las futbolistas profesionales mexicanas, comparadas con sus compañeros de profesión hombres.
Andrés Pierre-Gignac, el delantero francés de Tigres, gana 4.5 millones de dólares al año; Eduardo Vargas, del mismo equipo y Nicolás Castillo, del América se embolsan 3 millones de dólares anuales, mientras un jugador que casi no participaba en los encuentros y estaba siempre en la banca del América, Oribe Peralta, ganaba 2.7 millones de dólares en el mismo período.
En cambio, las mejores futbolistas, integrantes de la selección nacional, tienen que conformarse con becas estudiantiles, gastos de hospedaje, comida y una compensación que apenas supera el salario mínimo.
No obstante, las organizaciones defensoras de la igualdad de género y contra la discriminación y exclusión no han percibido esta situación, que ocurre frente a sus ojos y permanentemente.
Tampoco les inquieta a las mujeres políticas quienes luchan justificadamente por la igualdad de oportunidades con los hombres en los altos cargos públicos de elección popular y designación.
Buscan que la igualdad y paridad de género garantizada por la Constitución se traduzca en realidad en las instituciones públicas de los tres órdenes de gobierno, pero ni de lejos muestran preocupación por la discriminación y exclusión de las mujeres futbolistas y boxeadoras.