FALTA PLURALIDAD AL DEBATE MEDIÁTICO SOBRE
GOBIERNO DE AMLO: PARTIDARIOS DE 4T, AUSENTES
MAXIMILIANO CASTILLO
En una época de grandes cambios en la orientación de rumbo del país, de modelo económico y de la forma de gobernar es cuando más se necesita el debate de los problemas, su origen, sus responsables por acción u omisión y sobre los planes, programas y acciones para resolverlos.
Nada de eso está ocurriendo en estos momentos en los grandes medios informativos impresos y electrónicos de cobertura nacional. No hay análisis sobre las causas y origen de los numerosos, grandes y graves problemas nacionales. Mucho menos hay esfuerzos de identificar a los responsables de generar estas condiciones.
Diarios impresos, noticieros de radio y televisión y los espacios específicos de debate abordan los viejos y nuevos problemas nacionales como si hubieran surgido por generación espontánea y con fecha de inicio precisa: el primero de diciembre de 2018. Ni por equivocación se remontan al origen de la problemática y las políticas públicas que la generaron, con lo cual cancelan cualquier posibilidad de una discusión esclarecedora de la situación actual, tan urgente para los intereses del país.
Una gigantesca falla de origen de los debates sobre la realidad nacional es deliberada: la ausencia de voces del campo de la cuarta transformación o de quienes al menos no son damnificados de la lucha contra la corrupción y de la cancelación de la antiética entrega de dinero a periodistas del sexenio pasado y de los dos períodos panistas.
Los medios informativos deben ser el espacio privilegiado e idóneo para las discusiones informadas sobre lo que está ocurriendo en México, pero a pesar de la multiplicación de de estos espacios para la reflexión en esta materia, esas discusiones no ocurren porque los opinantes (no analistas, porque no analizan) son opositores al nuevo gobierno.
Y muy pocos lo son por razones ideológicas, lo cual es respetable. La abrumadora mayoría son malquerientes de la cuarta transformación por sentirse injustamente lastimados con la supresión de la entrega de dinero que les hacía el gobierno de Enrique Peña Nieto, y que en el caso, por ejemplo, de Joaquín López Dóriga sumaron cerca de 260 millones de pesos en el sexenio; es decir, más de 4 millones de pesos mensuales en un país con promedio salarial de 6 mil pesos al mes para quienes laboran 8 horas diarias al servicio de un patrón.
En estas condiciones, no hay debate, sino concursos de opiniones contrarias a los que hace, a lo que no hace, a lo que dice y a lo que atribuyen e inventan quiere hacer el nuevo gobierno, en una vulgarización y hasta mercenarización del seudoanálisis, por la ausencia de pluralidad en los puntos de vista.
No obstante, sería ingenuo creer en que los juicios reprobatorios contra el nuevo gobierno federal y los augurios catastrofistas para el futuro de la nación son sólo producto del resentimiento de los analistas, columnistas y conductores de programas noticiosos de radio y televisión por sus pérdidas económicas ocasionadas por la lucha contra la corrupción. No es sólo eso.
La falta de pluralidad en el debate forma parte de la estrategia de las grandes corporaciones económicas dueñas de los medios, que desean recuperar sus privilegios y someter a sus intereses al gobierno de López Obrador. Los beneficios de los periodistas y analistas, aun siendo millonarios, fueron migajas frente a los beneficios obtenidos por los grandes empresarios durante la etapa neoliberal.