Además de racista, xenófobo, antimexicano e ignorante, Trump es arbitrario, abusivo, irresponsable, peligroso para la paz y la economía mundiales, por su inestabilidad emocional. Nuestro problema es que gobierna la primera potencia militar, económica y tecnológica del mundo y lo tenemos junto.
Es injusto pedirle a México que impida el trasiego de drogas por su territorio hacía Estados Unidos, porque la obligación de cuidar su frontera es del gobierno que encabeza el multimillonario; además, sus sistemas y servicios de seguridad no sólo no han podido evitar el ingreso de las drogas a su territorio, sino tampoco han querido actuar de verdad, porque esas sustancias tóxicas prohibidas recorren el territorio estadounidense desde el sur hasta la frontera con Canadá.
Y no sólo eso, las autoridades de todos los niveles en el vecino país se hacen de la vista gorda, en el comercio de drogas, cuyas ganancias se quedan allá y se “lavan” en su sistema financiero. De acuerdo con expertos de la ONU, de cada 100 dólares de utilidad que deja el mercado de las drogas sólo 7 son enviadas a los países latinoamericanos. Eso no lo dice Trump, como tampoco reconoce que es el alto consumo de los adictos estadounidenses el cual genera la producción y trasiego de estos productos ilícitos, pero si no se vendieran, millones de gringos serían capaces de todo en su desesperación por satisfacer su vicio.
Tampoco hace gran mención del poderoso armamento con que cuentan los carteles de las drogas en México, mucho del cual proviene de sus socios en territorio norteamericano.