AUSENCIA DE AUTOCRÍTICA, GRAN AUTOCOMPLACENCIA
Y PODER PÚBLICO, AFECTAN CALIDAD DEL PERIODISMO
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Uno de mis maestros en la carrera, sobresaliente periodista en sus tiempos de joven, nos comentaba un día en una reunión de amigos que la combinación de varios factores impedían el desarrollo de todas las potencialidades del periodismo mexicano: la ausencia de autocrítica, el exceso de autocomplacencia, el poder público, los intereses económicos de los dueños de medios y el poder fáctico criminal.
Varias de esas condiciones, aclaró el académico y también exdiplomático, desaparecieron a escala nacional a partir de la aparición de la revista “Proceso” y “Unomasuno” en la segunda mitad de la década de los setenta del siglo pasado. Eso permitió el nacimiento de un nuevo modelo de medios informativos, al grado de que se fortalecieron tanto en la etapa neoliberal que terminaron sometiendo a las instituciones y poniéndolas al servicio de los intereses plutocráticos, con los cuales se fundieron, narró.
Ahora viendo el bajo nivel del periodismo local, con honrosas excepciones, puede percibirse que en el Estado de México las cosas siguen igual que las prevalecientes en el país antes de la llegada de don Julio Scherer a la dirección general de “Excelsior”, enumeradas por el maestro universitario. El problema es más acentuado en los medios impresos, en los cuales por lo visto no permearon los nuevos aires del diarismo del país.
La resistencia a la autocrítica explica los pobres contenidos de la abrumadora mayoría de los medios informativos mexiquenses cotidianos, semanales, quincenales o mensuales, precisamente, por la autocomplacencia y autoengaño de los propios periodistas, convencidos de estar haciendo buen trabajo, pero, fundamentalmente, por el desinterés de la casi totalidad de los dueños de medios por hacer periodismo.
A esto se agrega el comportamiento antidemocrático del poder público, que aprovecha al máximo su gasto en propaganda para someter a los medios informativos locales, lo que se facilita por la necesidad de sobrevivencia de los mismos. Es notorio el hecho de que no hace lo mismo con diarios, noticieros de radio y televisión de cobertura nacional, a quienes destina casi la totalidad del presupuesto para publicidad, con resultados desastrosos a juzgar por la imagen que tiene el gobernador Alfredo del Mazo Maza.
Si no se estudian estos factores, ni se asumen, no se entenderá la situación actual del periodismo local, inapropiado para la entidad federativa más poblada de la República, con graves problemas de pobreza y marginación, como lo ha documentado Gabriel Villalta, al examinar el valor del producto interno bruto estatal y el promedio del mismo per cápita, a pesar de la creencia generalizada de que vivimos en un Estado rico.
No es faltarle al respeto al periodismo estatal señalar que con excepción de dos diarios locales y muy pocos semanarios, el resto no se preocupa por informar y analizar lo que ocurre en el Estado. Están más empeñados en obtener publicidad gubernamental, que además no consiguen, precisamente por sus malos contendidos, que en rectificar y hacer buen periodismo, el cual siempre será más rentable desde el punto de vista y conveniencias empresariales que el periodismo deficiente.