
*Antes de abandonar la SHCP quería darle autonomía al SAT, con dedicatoria a AMLO.
De la redacción
Cuando el PRI y la presidencia de la República estuvieron convencidos de la inevitable victoria en la elección presidencial de 2018 del en ese tiempo principal líder social y opositor del país, Andrés Manuel López Obrador, intentaron maniobrar para conservar espacios institucionales de inmenso poder y estratégicos para el futuro de la nación.
Antes de dejar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) por el escándalo generado por la visita al presidente Enrique Peña Nieto de Donald Trump, candidato presidencial estadounidense del Partido Republicano, Luís Videgaray, el hombre fuerte del anterior sexenio, buscaba dejarle a López Obrador una presidencia debilitada.
El propio actual mandatario se refirió hace poco al tema, pero no ofreció detalles. “El Espectador” consultó a fuentes bien informadas, con vínculos con los poderosos del último sexenio, y confirmaron la existencia de la maniobra, que no siguieron por la renuncia del segundo hombre más poderoso de México en ese tiempo y su dedicación después a servirle de tiempo completo al gobierno del vecino país en su política para América Latina y los trabajos de creación del “Grupo de Lima”.
El presidente López Obrador dio indicios de esos intentos del anterior gobierno de dejarle una presidencia rehén del Sistema de Administración Tributaria (SAT), pero no abundó al respecto.
De acuerdo con la información obtenida por este semanario, se comenzó a preparar una reforma constitucional para quitarle al presidente de la República sus facultades constitucionales en materia fiscal.
Con esos profundos cambios a la Máxima Norma del país el actual mandatario estaría convertido en rehén del SAT, en una situación absurda, pero que se planeó y diseñó, aunque no hubo tiempo de ejecutarla por los problemas ocasionados al presidente Peña Nieto por la visita de Trump, que ocasionaron la renuncia del artífice de la maniobra.
Lograr el objetivo estratégico exigía una reforma para darle autonomía constitucional al SAT, con todas las facultades que tiene el jefe de la nación en materia fiscal, incluyendo la de condonar impuestos a discreción y cobrarlos, independientemente de lo que pensara el presidente de la República; es decir, un órgano autónomo hubiera tenido más facultades que quien ganara la titularidad del Ejecutivo Federal en las urnas, aunque primero se afectara a la presidencia de Peña Nieto.
Diputados federales de Morena explicaron que los autores de la maniobra esperaban el triunfo de López Obrador, pero no la obtención de la mayoría casi calificada en el Congreso de la Unión y los estatales, y de haber logrado su propósito, esa reforma de todos modos ya se hubiera derogado, “no sin una férrea defensa desde sus medios de comunicación”.