*De sus ahorros como político, cuyo cargo mayor fue el de senador, compró la mansión que acabó en manos de Zhenli Ye Gon y se subastó el mes pasado.
De la redacción
El hidalguense Germán Corona del Rosal debería ser puesto como ejemplo de lo que es un hombre con descomunal capacidad para ahorrar sus ingresos, por la fortuna acumulada como servidor público. Y no se le daba la austeridad republicana.
El personaje fue propietario de la mansión ubicada en las Lomas de Chapultepec de la Ciudad de México, en la cual se efectuó el mayor decomiso de dinero en efectivo de la historia del país: 206 millones de dólares, 17 millones de pesos y cientos de miles de euros.
La lujosa residencia valuada ahora en 95 millones de pesos y que se subastó el mes pasado por 102 millones, le perteneció a Corona del Rosal, quien en su vida de político y servidor público jamás ocupó un alto cargo administrativo en el que manejara altos presupuestos.
Su mayor posición política fue la de senador por Hidalgo y dos veces diputado federal, titular de una delegación del antes Distrito Federal y delegado de dependencias federales de escasa trascendencia.
Por cierto, la segunda diputación federal que ganó le llegó de rebote: había sido vencido en la lucha interna por la candidatura por José Antonio Zorrilla Pérez, el poderoso titular de la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
No obstante, éste renunció a la postulación para irse a Europa con un cargo en embajada, para alejarse de las investigaciones que le hacían como autor intelectual de la ejecución del columnista Manuel Buendía, allá por 1984.
En estas circunstancias, Corona del Rosal volvió a ocupar una curul, pero ya había mostrado una enorme capacidad para hacer multiplicar sus ingresos, de lo cual el mejor ejemplo fue la mansión que después le vendió al chino-mexicano Zhenli Yen Gon.
El personaje es ahora un anciano de 87 años de edad, y está alejado de toda actividad política. Se quedó con la insatisfacción de no haber podido ser candidato a gobernador de su estado natal, donde por cierto el PRI nunca ha perdido la gubernatura, pero demostró ser malo para administrar y multiplicar sus ingresos.
