La Lucha Anticorrupción es Reversible y los Avances Pueden Perderse Si No Hay Continuidad

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LA LUCHA ANTICORRUPCIÓN ES

REVERSIBLE, POR DESGRACIA

LOS AVANCES LOGRADOS POR LA CONTRALORÍA DEL

LEGISLATIVO SE PERDERÁN SI FALLA NUEVO TITULAR

El viernes de la semana pasada se cerró un eficaz y brillante ciclo en la Contraloría del Poder Legislativo, con el fin del período de Victorino Barrios Dávila, un funcionario sencillo, sin debilidades por la riqueza malhabida y los lujos, y convencido de la necesidad de combatir y erradicar la corrupción desde mucho antes de vislumbrarse siquiera la posibilidad de un triunfo de la izquierda en elección presidencial.

El resumen de las acciones de esa Contraloría en los últimos 15 años, publicados como nota principal de portada de este número de “El Espectador” refleja los avances relevantes logrados por ese órgano contralor de la representación popular mexiquense, previamente visto con desdén por diputados locales, alcaldes, síndicos, regidores y funcionarios del propio Poder Legislativo.

Antes de Barrios Dávila la Contraloría estaba de adorno. Nadie la respetaba y mucho menos temía. Sólo cumplía un expediente formal en la estructura orgánica del Poder Legislativo y tenía utilidad para colocar al frente a los amigos de los poderosos. Por eso durante mucho tiempo los diputados locales corruptos al concluir sus períodos se quedaban con los vehículos, sistemas de cómputo y otros bienes asignados, sin riesgo de ser sancionados, ni siquiera obligados a devolver lo robado.

La impunidad alentaba esta especie de saqueo de quienes institucionalmente representaban o representaron a los mexiquenses, porque el ente encargado de evitar estos actos y sancionarlos sencillamente no aplicaba la ley para no tener problemas con los influyentes del momento.      

Esa falta de vocación o conveniencia no permitía el cumplimiento de las obligaciones legales que tenía la Contraloría, por lo cual estaba desvanecida y de cuya existencia nadie sabía, porque nada que no fuera simulación o acciones irrelevantes hacía, para regocijo de diputados locales, alcaldes, síndicos, regidores y funcionarios de designación del propio Poder Legislativo corruptos.

Todo cambió con el nombramiento de Barrios Dávalos como titular de la Contraloría del Poder Legislativo, quien fue impulsado por el PRD, pero ya en el cargo se olvidó de ello y se dedicó a aplicar la ley a quienes la agraviaban, sin importar la militancia en partido alguno, como lo prueba la pertenencia a todas las organizaciones políticas de los 41 diputados locales, los 80 alcaldes, los 94 síndicos, los mil 735 regidores y los 55 funcionarios de designación del propio Poder Legislativo sancionados.

Podría haberse hecho millonario con sobornos que seguramente lo ofrecieron los violadores de las leyes, pero no lo hizo: prefirió cumplir con las leyes. Por eso sancionó e inhabilitó a muchos que no presentaban su manifestación patrimonial. Con ello convenció a todos de que era mejor cumplir la norma. Por eso ahora todos los legisladores cumplen con su obligación de declarar su patrimonio y el comportamiento del mismo durante los tres años, y nadie se lleva los vehículos para su casa cuando termina su período.

Barrios Dávalos dejó el cargo, pero lo más preocupante es que los avances de la Contraloría en la lucha anticorrupción son reversibles; es decir, lo ganado puede perderse si el Poder Legislativo se equivoca en la designación del nuevo contralor.

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