¿NADA MÁS EL PODER PUBLICO CENSURA?
¿NO LO HACE TAMBIÉN EL PODER FÁCTICO ECONÓMICO?
MAXIMILIANO CASTILLO R.
El análisis de los medios informativos adolece de una gran falla. Ese error no es conceptual, ni metodológica, sino de insuficiente percepción de los grandes cambios operados en la relación poder público-medios informativos; medios informativos poder fáctico económico.
La misma lucha de los defensores de la libertad de expresión y de los derechos de los periodistas al ejercicio de esa garantía, matriz de todas las demás, incurre en la falla de utilizar parámetros superados y desvanecidos en gran parte por la realidad en el mundo de la información, la libertad de expresión y censura.
La primera omisión de la mayor parte de los especialistas en el análisis de los medios informativos es centrar sus investigaciones sobre la relación medios informativos-poder público, con descuido de la ecuación medios informativos-poderes fácticos económicos, justamente quienes ejercen los más brutales actos y modalidades de censura y agresiones a la libertad de expresión.
No es casual este descuido u olvido; al contrario, forma parte de ese agravio de todos los días a la libertad de expresión, por parte de los grandes intereses económicos, en no pocos casos, involucrados en el saqueo del erario mediante diversas formas del tráfico de influencia en la cúspide del poder público.
Esos minoritarios, pero poderosos intereses económicos censuran e impiden el ejercicio de la libertad de expresión más que el poder público, porque auspician o patrocinan a los grandes medios informativos de cobertura nacional. Un porcentaje importante de las ganancias de las empresas editoriales, de cadenas nacionales de radio y televisión proviene de esos grupos de inversionistas.
Los grandes empresarios que se han beneficiado del tráfico de influencia, especialmente los evasores de impuestos, forman parte de los consejos de administración de las compañías de canales de televisión y radiodifusoras, y su gasto publicitario constituye un verdadero veneno para la libertad de expresión, de lo cual se conoce poco.
Por eso no es casual que, por ejemplo, los medios informativos de cobertura nacional, comenzando por los electrónicos, jamás presenten reportajes a fondo sobre la rapacidad de los bancos en agravio de sus clientes. Esa ausencia de este tipo noticias en el quehacer informativo de la antes denominada “prensa” no se percibe, pero es producto directo de la censura que ejercen. Y en esto la intolerancia es, por mucho, mayor a la del poder público más autoritario y represivo.
No puede soslayarse la censura que aplica con amenaza de muerte los poderes fácticos criminales, que debe combatirse y erradicarse, además de castigarse sus expresiones brutales de los homicidios de periodistas, pero en el plano de las agresiones a la libertad de expresión no afectan a los grandes medios informativos, ni a los periodistas conocidos, a quienes sí censuran los poderes fácticos económicos.
Este problema seguramente se agudizará con la reducción del gasto publicitario del gobierno de la República, por ello aumentará la dependencia de las empresas de medios informativos de la publicidad de las grandes empresas privadas, lo que no se dice, ni puede denunciarse, porque quienes deben hacerlo son quienes más necesitan de ese gasto propagandístico de las empresas, los grandes medios informativos.