
*Su fallecimiento tuvo mucha difusión en redes, pero no en prensa tradicional.
De la redacción
El intelectual de izquierda Guillermo Almeyra perdió su última batalla, como lo preveía en un texto publicado en “La Jornada” el 22 de este mes, justamente el día de su partida, en Marsella, a los 91 años.
Argentino de origen, radicó muchos años en México, vinculado a la academia en universidades públicas, con base en la UNAM, en el área de ciencias sociales, periodista, ensayista, de una vasta cultura y una sólida formación ideológica y marxista.
Los medios digitales difundieron ampliamente su fallecimiento, pero la prensa convencional mexicana le concedió poca cobertura al acontecimiento, a pesar de que tuvo fuerte presencia en los medios escritos.
Figuró en la nómina de grandes plumas que congregó en sus primeros 7 años el diario “Unomásuno”, dirigido por don Manuel Becerra Acosta, ya fallecido, como varios de esos grandes analistas políticos: Carlos Pereyra, Miguel Ángel Granados Chapa, Manuel Moreno, Adolfo Aguilar Zinser, Adolfo Sánchez Rebolledo, Arnaldo Córdova, Jorge Villamil y Carlos Monsiváis.
Con Almeyra podía estarse en desacuerdo con muchas de sus posiciones, pero nadie le discutía su elevadísimo nivel intelectual, su honestidad, la firmeza de sus convicciones y especialmente la fidelidad a sus objetivos de lucha: la implantación del socialismo a escala planetaria y un rechazo y condena al imperialismo.
En su último texto periodístico, precisamente, expresó su confianza en un futuro mejor para la humanidad en el socialismo verdadero, porque no consideraba socialismo lo que existió en la URSS, el centro, este de Europa y China.
En los espacios de opinión de “El Espectador” se consideró inviable su propuesta de que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador construyera un sistema anticapitalista, que no era otra cosa que el socialismo.
Era pedir demasiado en un país con una frontera de miles de kilómetros con la primera potencia militar, económica, tecnológica e insignia del imperialista planetario, y con un presidente casi nazi, como lo es Donald Trump.
Durante 70 años pugnó por el socialismo, pero desde el campo teórico. Murió sin ver realizado esos sueños, a pesar de su vinculación con los movimientos obreros de México, Argentina, Brasil y Perú. ¡Descanse en paz el intelectual de izquierda!