LA ANÉCDOTA DEL REPORTERO DORMILÓN Y CORRUPTO;
LA SALIDA DE CARLOS LORET DE MOLA DE TELEVISA
MAXIMILIANO CASTILLO R.
En una reunión de egresados de la carrera de comunicación con maestros, dos de ellos destacados reporteros de diarios de circulación nacional, y uno, después embajador, se refirieron a la anécdota del periodista tan dormilón como corrupto, asignado por su medio informativo a la “fuente” de la presidencia de la República, narrada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en una de su conferencias.
Los académicos confirmaron la veracidad del relato de mandatario, y añadieron información sobre el periodista: era dormilón en exceso, y en las giras presidenciales acostumbraba dormirse tan pronto ocupaba un asiento en el autobús destinado a transportar a quienes cubrían las actividades del presidente de la República.
Nada de ir observando el paisaje, ni los pueblos por donde pasaban. Lo suyo era dormir, en un sueño profundo del cual medio despertaba cuando el encargado de entregarles el sobre con dinero destinado a corromper a los informadores profesionales subía a la unidad. Fuero de eso, nada lo hacía volver a la realidad.
Como por arte de magia, en ese momento todo cambiaba, pero sin abrir los ojos. Estiraba la mano y algunas veces despertaba por completo cuando su experiencia y sensibilidad extrema de la palma de su mano derecha percibía un menor peso o grosor del sobre entregado. Y entonces sí, totalmente lúcido, reclamaba el dinero faltante.
López Obrador narró la anécdota para ilustrar el cambio ético en la relación de la presidencia de la República con los medios informativos y los periodistas en general, pero principalmente con los de la “fuente”, antes beneficiados también económicamente por los gobiernos estatales cuando los visitaba el presidente en turno.
De acuerdo con los catedráticos, lo que el tabasqueño no informó fue que ese reportero dormilón, a quien conocieron y con quien se llevaron bien, corrupción aparte, estaba excepcionalmente dotado para el periodismo. Compensaba su flojera con una enorme capacidad para detectar la importancia de los datos obtenidos, con un gran sentido de la correcta jerarquización de los elementos de una noticia y con mucha información que le permitía contextualizar los hechos, además de una brillante prosa.
De esta forma, con leer, como quien no quería la cosa algunas entradas de las notas de sus compañero, escribía la propia con tanta eficacia que ocupaba espacios de primera plana, inclusive el principal encabezado de la misma. Pero de que era dormilón, lo era.