1-Mezquino se vio el PAN en el Senado, al oponerse a la elección de Rosario Piedra Ibarra para la presidencia de la CNDH. Si hay alguien con la mayor idoneidad para ocupar esa responsabilidad es un miembro de la familia Piedra Ibarra, pionera en la búsqueda de desaparecidos por el poder público y en la defensa de los derechos humanos.
Ese núcleo familiar ha sufrido en carne propia la violación a los derechos humanos como familia víctima, porque uno de sus integrantes, Jesús Piedra Ibarra, fue desaparecido en la “guerra sucia”, hace aproximadamente 45 años, lapso durante el cual toda la familia, encabezada por doña Rosario Ibarra de Piedra, ahora enferma, lo buscó y creó la organización Eureka, con muchos otros padres, madres, esposas, hermanos de desaparecidos, por lo que sólo por miseria moral pueden los panistas difundir que no reúne el perfil para la CNDH.
Ninguna simpatía por el gobierno de la cuarta transformación pude ser más poderosa que el dolor de la desaparición del familiar tan cercano.
2-Por cierto, nadie recuerda una acción enérgica de la senadora panista Kenia López, presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos, en defensa de los más de 40 mil desaparecidos, ni cuestionamientos a la CNDH ante casos de violaciones claras de esos derechos. En cambio, critica el desempeño de una luchadora social que ni siquiera ha tomado posesión del cargo y por la cual votaron sus compañeros de partido.
