Fracasó el Toluca, Pero No Fue Sorpresa

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De muy poco le ha servido al Toluca tener un estadio moderno.

*Los “Diablos” sintetizaron en el torneo todas las deficiencias del fut mexicano.

De la redacción

A cuatro fechas de terminar la fase regular del futbol mexicano, inclusive antes, los “Diablos”, ahora inofensivos, habían quedado fuera de cualquier posibilidad de calificar a la liguilla por esfuerzo propio. No les bastaba con ganar todos sus partidos: necesitaba el favor de otros equipos para ello.
No ganó los puntos necesarios en el último tercio de la competencia, ni los otros clubes se apiadaron de sus tribulaciones, y no vencieron a quienes buscaban los sitios séptimo y octavo de la tabla de calificación. Esa combinación era indispensable para el pase del Toluca a la etapa en que se decide el título.
El equipo “choricero” no fue el peor del torneo, pero sintetizó todos los vicios, deficiencias, limitaciones, ineficacia, omisiones y negligencia de la mayoría de sus jugadores, una de las características del balónpie nacional, de lo cual poco comentan los cronistas deportivos.
Además, los otros clubes no representan a entidades federativas de tantos habitantes como el conjunto rojo: 17.5 millones de mexiquenses, merecedores de un equipo con la jerarquía digna de este esta población del mayor peso demográfico de la República.
Fuera del colombiano Felipe Pardo, quien no sólo tiene cualidades, sino también disposición al esfuerzo y deseos de hacer bien las cosas, y de no más de otros dos, a los integrantes del equipo no pareció importarles mucho lo que está en juego en las competencias.
En los partidos perdieron pelotas que se las quitaban los rivales, pero también eran interceptadas por malos pases: cuando debía enviar el balón medido y a los pies del compañero, le tiraban verdaderas pedradas, imposibles de controlar. En no pocas veces la pelota salía de la cancha por los malos y fuertes servicios.
En contrapartida, cuando lo recomendable eran los pases largos, los lanzaban cortos y sin fuerza, por lo que terminaban en ser pases para los rivales. En las posiciones cercanas a la portería rival, si la técnica recomendaba parar y controlar el balón, le pegaban de primera intención, por lo que lo volaban o terminaba desviado.
Durante el torneo la defensa del Toluca cometió muchos errores que se tradujeron en goles en contra, mientras que la media cancha no armaba buenos ataques, y cuando lo hacía, la delantera fallaba en forma infantil.
La combinación de todos estos factores adversos, más la falta de enjundia, de entendimiento, de dominio de un sistema de juego y, lo peor, de disposición al esfuerzo conjunto, hicieron imposible la calificación del club de la capital mexiquense.
El lujoso y costoso estadio (la construcción, quien sabe por qué, se encareció ciento por ciento, como ocurría con la sobras del gobierno federal) no fue suficiente para estimular el espíritu de competencia de los jugadores, ante la indiferencia de los dueños, quienes en desagravio por el mal desempeño de su equipo debieron no cobrar la entrada al juego contra el Guadalajara, en el que perdieron con marcador de tres goles a cero.

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