De Cómo Quebrar un Negocio en Tres Pasos, Siendo el Gobierno – E. LORO

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De Cómo Quebrar a un Negocio en Tres Pasos, Siendo el Gobierno
E. LORO

Se trató de una verificación de rutina. Llegaron al local el viernes pasadas las seis de la tarde, el aviso de notificación señalaba el día 18, era viernes 20; el horario del documento para la visita, entre las 9:00 y las 18:00 horas.
Así comenzó la larga serie de desafortunadas circunstancias que, un mes después, tienen a una pareja de empresarios adultos mayores al borde de cerrar su negocio: una pequeña cafetería a las afueras del centro histórico de Metepec.
Cuando uno de los empleados les llamó y les comentó la presencia del notificador del Instituto de Salud estatal los dueños no se preocuparon, estando en Ciudad de México instruyeron a su empleado a darle todas las facilidades y atender sus demandas de información y cuanto se necesitará. La segunda llamada ya les preocupó.
En los vídeos de seguridad del café se aprecia el movimiento dela tarde, mesas ocupadas, gente platicando y consumiendo café. El notificador toma asiento en una mesa y comienza a plasmar su testimonio.
“Se aprecia gente fumando”, asentó, sin precisar que los fumadores se encontraban en la terraza dispuesta para ello, separada del local por un ventanal que no permite el paso del humo del cigarro al resto del establecimiento, pero sí, propiedad del cristal, la continuidad visual.
En otra parte del acta notifica que se ve gente consumiendo bebidas, presumiblemente café. Comentario innecesario en una cafetería, por cierto, el verificador debía dar testimonio de un establecimiento dedicado a la venta de alimentos y bebidas por copeo, pero esa descripción no corresponde ni al giro autorizado por la autoridad municipal en la Licencia de funcionamiento, ni al concepto del lugar. En la cafetería no se vende alcohol, ni se anuncia su venta. No solo eso, pese a la insinuación, en ninguna parte se asienta la presencia a vista del notificador de botellas abiertas o cerradas, envases vacíos llenos o consumidos de bebidas espirituosas o licores. Un comentario sin sentido, en un acta sin sentido.
Lo que siguió fue protocolizar el acta, con testigos y toda la cosa. Escogieron a los trabajadores, ellos accedieron atendiendo la instrucción de facilitar el trabajo del verificador. En el acta destaca la firma de una de las empleadas, no es la suya. Como les comentó a sus patrones, ya se había terminado su turno, se hacía tarde y para no perder el último camión tuvo que retirarse. Sí se identificó y le dio su ‘Ine’ al verificador al principio de la diligencia, pero no firmó la versión final del documento, alguien lo hizo por ella, “o eso nos dijo, pero le creemos”.
Sobre las medidas que decidió el notificador: cerrar el local, ponerle sellos de clausura. La medida, contemplada en la norma se aplica cuando el notificador identifica riesgos e irregularidades que ponen en peligro inminente la integridad y la vida de las personas, el peligro que apreció, ya se dijo, los fumadores al otro lado de un vidrio.
Ahora sabemos, reconocen, que las terrazas de fumadores deben cumplir con ciertas características específicas, no las cumplía la nuestra. Eso no quiere decir que el humo del cigarro invadiera el resto del local o molestara a los demás clientes, porque eso no sucede. Sin embargo, por ejemplo, tiene un enlonado para evitar que los clientes estén a la luz del sol, sobre todo por las mañanas y al medio día, resulta que eso no está de acuerdo con la norma.
“Según lo vemos, y por lo que amigos abogados y el sentido común nos indica, se nos debió dejar una amonestación, dándonos un plazo para corregir la terraza de acuerdo a la norma y prohibiendo el consumo de tabaco en esa parte en tanto no se corrigiera, vencido el plazo tendríamos que haber cumplido, si no, entonces sí una medida más grave. Llevamos más de un mes cerrados, a la fecha no nos han dicho hasta cuando tenemos para corregir las ‘anomalías’, ni si corrigiéndolas podríamos reanudar operaciones, los gastos se acumulan y no hay ingresos”, lamentan y en su voz se nota la preocupación.
“Todo comenzó con la verificación, de allí ha sido cuesta abajo y el fantasma del cierre definitivo cobra más fuerza cada día”, me dicen y continúan su relato… (Continuará)

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