
Cada vez que un grupo criminal se divide, crece la inseguridad y los delitos en Acapulco, Guerrero.
*La dispersión del grupo que dominaba sin oposición se fracturó y causa daño.
De la corresponsalía
Acapulco, Gro.- La comunidad guerrerense teme un aumento de la inseguridad pública y de los delitos, especialmente el de extorsión, por la constante fractura de células criminales, cuyo sometimiento por esa circunstancia se dificulta más a autoridades.
De acuerdo con Jaime Jiménez Navarrete, académico y estudioso del fenómeno delictivo de esta entidad guerrerense, el esquema de la delincuencia organizada se rompió cuando los Beltrán Leyva se enemistaron con el “Cartel de Sinaloa”, del cual eran brazo operativo y armado.
Esta ciudad y puerto, en temas de la delincuencia organizada, era controlada por el “Cartel de Sinaloa”. Esa organización delictiva tenía un dominio casi absoluto de las actividades ilícitas, y entonces no existían los numerosos grupos de ahora, porque pertenecían a la organización que encabezaba Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Esos delincuentes se dedicaban al trasiego de cocaína a Estados Unidos. “Era público el desembarco de la droga en las costas, procedente de Sudamérica, su envío al norte del país en ruta hacia Estados Unidos y su venta a miembros de las clases de altos ingresos locales, pero no extorsionaban, ni secuestraban: no perjudicaban a la población”, rememoró el especialista.
“No estoy diciendo que era buena esa situación, sino describiéndola y comparándola con lo que se padece ahora, precisamente, por la fragmentación del ‘Cartel de Sinaloa’. Su brazo operativo y armado se convirtió en el ‘Cartel de los Beltrán Leyva’, que inició una sangrienta guerra con la fracción que siguió leal al ‘Chapo’ Guzmán”, aclaró.
La situación empeoró cuando mataron a Arturo Beltrán Leyva, en Cuernavaca, Morelos, porque su banda también se fragmentó aquí, con el consiguiente derramamiento de sangre en la disputa de la plaza entre los antes compañeros.
En estas circunstancias, “las ejecuciones crecieron en poco tiempo, porque como antes eran compañeros, los grupos sabían dónde vivían y dónde y cuándo andaban las personas a quienes debían eliminar”, detalló Jiménez Navarrete.
Las célula criminales siguen dividiéndose y diputándose el mismo universo de víctimas “y eso es lo que más preocupa a la población, porque estos pequeños grupos, difíciles de nulificar por las autoridades, no tienen capacidad organizativa, ni logística, ni financiera como para dedicarse al trasiego de drogas, por eso practican el secuestro, la extorsión y el cobro de derecho de piso hasta a quienes venden dulces en las calles, a negocios establecidos de todos los tamaños, a locatarios y vendedores ambulantes y las actividades de narcomenudeo”, explicó el estudioso del tema.
Jiménez Navarrete destacó que esta realidad que se sufre en esta ciudad no trasciende a los medios informativos, los cuales sólo difunden las noticias de la delincuencia cuando se trata de hechos de alto impacto, como las ejecuciones ocurridas en la lucha por el mercado de víctimas, “pero estos ilícitos constituyen el verdadero problema de la inseguridad y los delitos que afectan a la sociedad”, concluyó.