La captura de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública, ocurrida en Dallas, Texas, por presunta protección al Chapo Guzmán a cambio de decenas de millones de dólares, constituyó adicionalmente un severo golpe, tal vez definitivo, a las aspiraciones políticas de su jefe: Felipe Calderón Hinojosa, quien está empeñado en construir un partido político.
La cercanía y confianza que Calderón le tuvo al detenido, cuando supuestamente protegía el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos, podría ocasionarle incluso problemas penales en ese país.
En el mejor de los casos quedará como desinformado e ingenuo, ante lo que hacía su subordinado; en el peor, sobre él recaerán sospechas de que toleraba y aprobaba las actividades ilícitas del ahora preso en el vecino país. Políticamente Calderón quedó liquidado.