MAL: USA, NO MÉXICO, FUE
QUIEN DETUVO A GARCÍA LUNA
INGENUO CREER QUE DEA, FBI Y CIA NO SUPIERAN
DE LOS DELITOS DE GARCÍA LUNA: LO PROTEGIERON
Hay un axioma sobre la delincuencia organizada: no puede prosperar sin la protección, inclusive participación en niveles de mandos jerárquicos de políticos y del sistema de justicia de cada lugar donde opera. La captura en Estados Unidos de Genaro García Luna, quien fuera poderosísimo secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Felipe Calderón confirma esta observación de la sabiduría popular.
No fue sorpresa la aprehensión del protagonista del espionaje, contraespionaje desde el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, fortalecido sin límite en los gobiernos panistas de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, pues en los medios periodísticos independientes se habló en su momento de su protección a la delincuencia organizada.
Sorprende más bien y debe preocupar que las administraciones de Fox Quesada, Calderón Hinojosa y Peña Nieto no hubieran investigado cuanto se decía del responsable de la seguridad pública federal, porque eso prueba la existencia de una intricada red de protección política e institucional a quien, a su vez, protegía a los carteles de las drogas.
No es invención esta observación, pues el involucramiento de García Luna con bandas delictivas fue reconocido como real por la justicia estadounidense, pues las imputaciones de testigos contra Joaquín “El Chapo” Guzmán sirvieron de base para que sentenciara a cadena perpetúa al sinaloense. Así quedó asentado en el expediente del caso, el mismo en el cual ahora está acusado quien era responsable de combatir a la delincuencia organizada en nuestro país.
El exsecretario de Seguridad Pública debió ser investigado y castigado en México, no en Estados Unidos, porque la presunta protección a narcotraficantes se dio en el territorio nacional. En este caso, como en muchos otros, Estados Unidos le está dando jurisdicción extraterritorial a sus leyes penales domésticas y a sus instituciones de la materia, lo cual no habría ocurrido si la justicia mexicana hubiese actuado con oportunidad y eficacia en el caso.
La otra preocupante realidad que evidenció el arresto de García Luna fue la existencia de altos niveles de corrupción en las instituciones de seguridad interior y agencias de espionaje, contraespionaje, inteligencia e intervención y procuración de justicia estadounidenses, porque sólo por corrupción y maniobras contrarias a los intereses de México pudieron proteger al ahora detenido.
No es creíble que la DEA, el FBI y la CIA no conocieran a detalle los vínculos del en un tiempo secretario de Seguridad Pública, su colaborador y hasta informante con narcotraficantes: lo protegieron y llegaron al grado de entregarle reconocimientos por su desempeño en el combate al narcotráfico, aunque ahora oculten esos vínculos.
¿Nada más García Luna tenía vínculos y protegía narcotraficantes? ¿A cambio de qué no lo denunciaban? ¿No existen en la DEA, el FBI y la CIA los equivalentes, pero mucho más peligrosos que el ahora caído en desgracia? ¿No se brinda en Estados Unidos la misma protección a narcotraficantes y “lavadores de dinero” que el capturado les proporcionaba aquí? Son preguntas cuyas respuestas son urgentes.