*Esa es la herencia de Zedillo al convertir las deudas privadas en públicas.
De la redacción
Ernesto Zedillo Ponce de León, a diferencia de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón Hinojosa, Vicente Fox o de más antes, como Gustavo Díaz Ordaz, Luís Echeverría Álvarez, José López Portillo o Carlos Salinas de Gortari, no es un expresidente repudiado por los mexicanos. Pasa desapercibido cuando visita México.
No obstante, ocasionó severos daños a las mayorías. “El Espectador” publica de manera periódica material sobre las terribles consecuencias de la privatización del sistema de pensiones, decidida por ese expresidente, en el futuro de los mexicanos que comenzaron a cotizar para su retiro en 1997, justo en el apogeo del sexenio zedillista.
El otro problema heredado a las actuales y futuras generaciones ha sido la conversión de las deudas privadas de los más ricos del país en deudas públicas, para pagarse con los impuestos de todos los mexicanos.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación, para el próximo año el chistecito de Zedillo Ponce de León, conocido como Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), nos costará 43 mil 421 millones de pesos sólo por el pago de intereses.
Ese fideicomiso, en cuyo diseño y ejecución participó un entonces muy joven José Antonio Meade, ha costado más de un billón de pesos, y se debe todavía otro tanto y más.
Un análisis comparado de “El Espectador” indica que la partida presupuestal destinada a cubrir los intereses de la deuda privada convertida en pública, para que la pagáramos quienes ni la debíamos, ni la temíamos, representará casi tanto como el presupuesto de este año de todos los ayuntamientos mexiquenses.
Tomando como referencia otros rubros del mismo gasto total del gobierno federal para 2020, los más de 43 mil millones de pesos que nos costará la deuda pública que benefició a los más ricos del país, comenzando por los banqueros, equivale al 43 por ciento de los fondos públicos destinados este año a las pensiones para 8 millones de adultos mayores.
Así de pesada es la carga y la suma de dinero público que consumirá el próximo año el pasivo que Zedillo decidió convertir en deuda pública, con la aprobación de los legisladores federales de ese sexenio.
La población mexicana casi en su totalidad desconoce esta situación, porque los grandes medios informativos la ocultan y, en esas condiciones, Ernesto Zedillo Ponce de León no padece el repudio de sus exgobernados.
Nadie lo hostiga cuando viene al país, porque vive en el extranjero, como directivo de una empresa a la cual benefició con la privatización de una parte del transporte ferroviario. Nadie le recrimina lo que hizo.