El T-MEC Dará Certeza a la Economía, Pero Con Trump Nada es Seguro

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(Foto:Chris Kleponis-Pool/Getty Images)

*Para México era mejor el TLCAN, pero ahora el T-MEC es mejor que nada.

 

GABRIEL L. VILLALTA

 

Con ajustes de los últimos días, el pasado día 10 se logró firmar el Tratado de Comercio de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), cuya importancia radica en que dará certidumbre a la economía nacional y a los inversionistas les generará confianza para arriesgar sus capitales, crear empresas y empleos. Ya nada más falta la ratificación por parte de las representaciones populares de los tres países.

Para México era mejor el TLCAN, como lo muestra el alto superávit a su favor en el intercambio de bienes con el vecino país, pero el gobierno de Donald Trump no aceptaba esos términos y amenazó en varias ocasiones con cancelar es pacto comercial tripartita, con lo cual ocasionó nerviosismo en el mundo empresarial; sobre todo, porque aquí se viven cambios profundos en la forma de gobernar.

La firma de los cambios se hizo en México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, explicó en conferencia de prensa que las condiciones puestas por Estados Unidos no representaron problemas, porque están contenidas en las leyes mexicanas, como son los casos de la democracia sindical o el cuidado de la naturaleza.

A pesar de la firma del T-MEC, México no puede considerarse tranquilo y en paz con Estados Unidos, porque Donald Trump es gobernante injerencista en otros países. Y no oculta su vocación de gendarme mundial y lo anuncia, como fue el caso de su intención de declarar terroristas a narcotraficantes mexicanos, para cuya captura o muerte no descartaba la participación de fuerzas de seguridad de élite de ese país en México.

En estas condiciones, para México y los mexicanos será mejor estar siempre prevenidos, porque con TLCAN o T-MEC Donald Trump seguirá siendo voluble, injerencista, grosero, soberbio, arrogante e ignorante de las leyes internacionales y de los protocolos de la diplomacia, amparado en su condición de gobernante de la primera potencia económica, militar y tecnológica del mundo, con la agravante de que nuestro país depende de la misma en materia de comercio exterior, alimentos y gasolinas.

México tampoco puede ignorar que el TLCAN permitió elevar varias veces el valor de los bienes intercambiados con el vecino país, pero ese explosivo crecimiento no se tradujo en bienestar generalizado para los mexicanos, pues los empleos bien remunerados representaron un porcentaje ínfimo dentro del universo de los asalariados, y las condiciones de vida no mejoraron como se ofreció cuando hace 25 años entró en vigor ese pacto comercial de los tres países.

Y si en las condiciones del TLCAN más favorables para nuestro país no fue posible elevar los niveles de bienestar de la población; al contrario, aumentó y se expandió la pobreza, no debemos hacernos muchas ilusione en que ahora sí se concretarán los compromisos que adquirió Carlos Salinas de Gortari cuando se firmó el pacto comercial tripartita.

Con todo, fue bueno lograr la firma del T-MEC por la confianza que inyectará a los inversionistas en el futuro económico de México, aunque no debe esperarse todo de ese acuerdo, por lo que debe acompañarse con un ambicioso programa de apoyo a la mediana, pequeña y microempresa, que son las generadoras de empleos.

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