En este espacio hemos sostenido que Donald Trump es un peligro para la paz y la economía mundiales. Sus órdenes de bombardear supuestos bastiones de grupos extremistas en medio oriente y África y su reciente caso de asesinato de dos altos mandos de la Guardia Revolucionaria de Irán en territorio de Irak son la mejor prueba de ese riesgo.
El operativo fue exitoso desde el punto de vista militar, y probó la capacidad de los servicios de inteligencia estadounidenses para perpetrar este tipo de atentados mortales en cualquier parte del mundo.
No obstante, hasta aliados de Estados Unidos, como Francia, Inglaterra, Alemania, y Turquía, coincidieron con Rusia, China e India de que este acto pone al mundo en riesgo de una nueva guerra en el explosivo y de por sí convulsionado Medio Oriente, inclusive el gobierno francés sostiene que ahora el mundo es más inseguro de lo que lo era el 31 de diciembre.
El mismo gobierno de Irak condenó el ataque en su territorio a los mandos militares iraníes y denuncio que constituyó una violación a su soberanía y a los acuerdos que permiten la presencia de fuerzas militares en Irak. Salvo Israel, ningún país quedó sin reprobar lo ocurrido.
