Será extremadamente difícil garantizar una vida libre de violencia a las mujeres, porque en realidad las autoridades desafortunadamente poco pueden hacer para impedir las agresiones de los malos hombres a sus parejas en el interior de sus domicilios.
En el país existían en 2015 casi 32 millones de hogares, y no hay policías suficientes para estar cerca de todas las viviendas para darles la protección que merecen las féminas. Además, sólo una mínima parte de la violencia ejercida contra las mujeres se denuncia.
La situación de las mujeres que sí denuncian es muchas veces injusta, pues las ignoran, revictimizan les niegan la justicia y seguridad que buscan, y eso debe atenderse y corregirse, como deben las autoridades garantizar seguridad a las mismas en el transporte, las calles y lugares públicos, cual es su obligación hacerlo con todos, pero especialmente con la población femenil de todas las edades.
Los problemas de violencia intrafamiliar deben resolverse con el arraigo de valores de respeto, solidaridad y consideración a las niñas desde el kinder, para que los futuros ciudadanos comiencen a tratarlas bien, como se merecen, en todas las etapas de la vida.
La violencia interfamiliar debe combatirse a través de la denuncia y atención de las instituciones a las mismas, y tal vez con la difusión masiva de mensajes que hagan ver a los agresores que enfrentarán la ley si agreden a sus parejas en sus hogares, a vecinas, amigas, compañeras de trabajo, de estudios y a cualquier mujeres en la calle en el transporte.
Pero sobre todo, que se aplique la ley a quienes no lo entiendan, porque de otra manera no se frenará esa violencia, que en los casos extremos termina con la expresión más brutal: los feminicidios.
