
*La mitad de las muertes en el país tienen como causa males derivados de alimentos “chatarra”.
De la redacción
México padece el contagio de un nuevo coronavirus, conocido también como Covid-19, pero enfrenta al mismo tiempo otro grave problema causante de 300 mil muertes al año: la mala alimentación.
Los alimentos “chatarra”, con alto contenido de grasas, azúcares, sales y conservadores, y los refrescos embotellados, igualmente excedidos en edulcorantes, se traducen al final en padecimientos como diabetes, males cardiacos y cánceres.
Hugo López-Gattel Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud y vocero especifico para el problema del coronavirus, se refirió al tema de la mala alimentación de los mexicanos, que genera sobrepeso, obesidad y al mismo tiempo, desnutrición.
Estas condiciones particulares de muchos mexicanos, y especialmente el exceso de grasa en el cuerpo, favorecen la diabetes, los males cardiacos y diversos cánceres, los cuales en conjunto ocasionan el 50 por ciento de las muertes anuales.
En promedio, 300 mil de los 600 mil fallecimientos que ocurren anualmente en el país están asociadas a la mala alimentación y desnutrición (ésta última se presenta incluso en personas con sobrepeso y obesidad), recalcó el funcionario, muy conocido ahora por su comparecencia ante los medios informativos para informar del coronavirus.
Sus datos coinciden con los de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien desde hace varios años está alertando sobre los efectos devastadores de los alimentos “chatarra” y bebidas embotelladas con exceso de edulcorantes en la salud y en las muertes ocasionadas en México.
Esta organización, fundada antes que la Organización Mundial de la Salud (OMS), agencia de la ONU, con la cual colabora y se coordina, aboga por un cambio radical en el etiquetado de los productos, especialmente de los alimentos ultra procesados, para advertir a los consumidores del riesgo que representan para su salud.
López-Gattel Ramírez consideró urgente modificar el patrón de consumo de dichos alimentos, porque el consumo de excesivas cantidades de grasas saturadas, azúcares, conservadores y sales tiene un fuerte y negativo impacto en la salud de los mexicanos.
Las muertes relacionadas directamente con su consumo son lamentables, pero las consecuencias de los malos hábitos alimenticios aún en los casos en donde los fallecimientos no se relacionan directamente con la dieta, sino con otras enfermedades, son también desastrosas, pues los consumidores están condenados a pasar sus últimos años, incluso décadas, con mala calidad de vida, que complica sus otros padecimientos.
El sector salud también resiente esta situación, por el aumento de enfermos cuya cura no es posible y sólo se controla, con preocupación igualmente para las familias.
A pesar de ello, los poderosos intereses económicos involucrados en la producción y comercialización de alimentos “chatarra” presentan una férrea resistencia al cambio del etiquetado que informaría a los consumidores de los riesgos de su consumo, pues no nutren, pero sí ocasionan todos los problemas descritos por López-Gatell Ramírez y la OPS.