COORDENADAS POLÍTICAS
MACARIO LOZANO R.
LAS OTRAS MUERTES VIOLENTAS INTENCIONALES
DE MUJERES Y LAS PRESAS POR DELINQUIR
Las muertes de mujeres tipificadas como feminicidio, la expresión más brutal de violencia, ejercida con la agravante en un alto porcentaje de ser víctimas de gente cercana, como parejas sentimentales y conocidos, tiene irritados a los mexicanos y más, a las mexicanas; sobre todo, por la saña contra las víctimas, en muchos casos niñas y adolescentes indefensas e inocentes.
Es justificado el enojo y el reclamo de justicia, pero en este escenario se olvidan de las muertes violentas intencionales de mujeres, presuntamente dedicadas a actividades delictivas en organizaciones criminales, donde cumplen roles de distribuidoras de drogas al menudeo, al cobro de derecho de piso, de extorsiones y cuidar a secuestrados.
En algunos casos participan directamente en actividades violentas, inclusive en células ejecutoras de enemigos de los grupos criminales, a los que pertenecen. Por estos antecedentes las muertes o encarcelamiento de estas mujeres, como las de quienes se dedican a la prostitución, no conmueven a la sociedad, inclusive en los segmentos menos informados, este violento fin es considerado normal y casi merecido.
Las feministas no las reivindican, cuando la realidad es que si bien se dedicaban a actividades delictivas, no se ahonda en las circunstancias que las rodeaban, para encontrar los motivos de su incursión en el campo de los malhechores. La sociedad, incluyendo a los grupos que luchan o dicen luchar por una vida de las féminas libre de violencia se muestran indiferentes en estos casos, al igual que en el de las presas.
Muchas mujeres aparecen muertas en las zonas rurales y urbanas, inclusive en fosas clandestinas junto a cadáveres de hombres, por tomar parte en acciones criminales. Eso es cierto, pero a nadie importa investigar sobre las motivaciones que tuvieron para decidirse a tomar ese camino. Lo mismo ocurre con las dedicadas a la prostitución: se les condena y cuando son asesinadas no hay reclamo de justicia, como si hubieran merecido el trágico destino.
De acuerdo con estudios recientes especializados en el tema, las mujeres asesinadas fueron antes víctimas del más despiadado machismo. Casi todas primero fueron burladas en sus sentimientos por hombres delincuentes, quienes las enamoraron y después las indujeron u obligaron mediante amenazas de abandono, violencia y muerte a participar en actos delictivos, por lo cual después fueron ejecutadas.
El mismo esquema del engaño y mala fe se repite en las mujeres dedicadas a la prostitución, quienes terminan asesinadas por sus parejas, lo cual sólo un reducido porcentaje de la población entiende, mientras el resto, incluyendo a las feministas permanece indiferentes, al igual que en el caso de las mujeres delincuentes muertas. En unos y otros casos está presente y es determinantes en el triste fin de las mujeres el comportamiento machista, por nadie condenado.
Estos casos, que duplicaron el de los feminicidios del año pasado, no conmueven a los mexicanos y mexicanas, porque exigir justicia no es políticamente correcto, y no sirve como pretexto para campañas de desprestigio contra el gobierno de la 4T.