PERIODISTAS INVENTAN SITUACIONES DE AMLO PARA
DESPUÉS PASARLAS POR VERDADES Y CRITICARLAS
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Nunca desde los tiempos de don Francisco I. Madero los medios informativos de cobertura nacional y sus periodistas habían dispuesto de tanta libertad para informar y analizar los acontecimientos como en la actualidad. Ni como entonces, la prensa (entonces sí era tal, porque no había medios electrónicos y mucho menos digitales) había asumido el papel de oposición de derecha y ultraderecha, como lo hace ahora.
Los medios informativos y los periodistas, con las excepciones de la regla, fueron virulentos en algunas ocasiones, pero contra los opositores al poder público, como sucedió en las campañas de calumnias y desprestigio contra Rubén Jaramillo, los ferrocarrileros liderados por Demetrio Vallejo y Valentín Campa, los médicos y maestros, el movimiento estudiantil de 1968, los jefes guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos; y más recientemente, desde el 2005, contra el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sostuvieron igualmente campañas de calumnias y verdaderos ataques contra los presidentes Luís Echeverría Álvarez, cuando expropió tierras de riego en Sinaloa y Sonora; y José López Portillo, después de la expropiación de la banca. De alguna manera se lanzaron contra Carlos Salinas de Gortari, pero cuando ya había dejado el poder y era señalado por su sucesor como autor intelectual de los asesinatos de Luís Donaldo Colosio Murrieta y José Francisco Ruiz Massieu.
En ninguno de esos casos los grandes medios informativos y los periodistas a su servicios se comportaron como opositores, ni siquiera criticaban sistemáticamente a los poderosos en turno, y mucho menos hacían oposición, como lo hacen ahora, según reflexionó hace poco uno de nuestros más brillantes maestros, figura reporteril en esos años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado.
No es difícil coincidir con sus apreciaciones, pues en estos momentos existe una cabal vigencia de la libertad de expresión. Así la reconocen implícitamente los propios críticos y opositores al gobierno de la cuarta transformación, encabezada por el presidente López Obrador. Muestran enojo cuando éste los desmiente, pero jamás denuncian ataques a su derecho de expresar sus puntos de vista adversos, ni represalias.
Se molestan cuando el presidente López Obrador evidencia sus mentiras, pero no asumen la contrarréplica. Y siguen con su táctica de inventar y a partir de sus falsedades, formular juicios críticos, de lo cual los mejores ejemplos son Joaquín López-Dóriga y Ciro Gómez Leyva.
Este último hace poco aseveró que el presidente y sus colaboradores habían decidido acusar penalmente al ex presidente Enrique Peña, y que acordaron hacerlo para detener la presunta caída de la popularidad del gobernante. No hubo tal acuerdo, pero la mentira sirvió para que el conductor de noticieros de Telefórmula e Imagen Noticias adelantara que esa maniobra de nada le iba a servir al presidente. Inventó y luego uso su invención.
La manipulación y desinformación fue burda, cómo lo fue la de sostener que el presidente se erigió en Dios, para decir en casos de una dolorosa disyuntiva entre salvar la vida o de un anciano un joven, como lo estableció una guía médica. Eso le corresponde a los médicos, no al jefe de la nación, ni la guía fue aprobada por él.