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La Teoría de la Conspiració, Una Sí… y Otra También – Jairo A. Tell

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LA TEORIA DE LA CONSPIRACION, Una si… y otra también.
Jairo A. Tell

Desafortunadamente la era digital ha traído hasta nuestros días una oleada de informaciones y desinformaciones propiciadas en gran medida por el rencor de los llamados adversarios de la 4T y por ende del gobierno Lopezobradorista. Las teorías conspirativas en torno a epidemias no son nuevas, las pandemias mundiales han estado siempre acompañadas de rumores y teorías conspirativas, siempre con consecuencias fatales. Entonces, como ahora, la atención se ha centrado en preguntas sobre el origen y la propagación de estas enfermedades. Cuando hablamos de teorías conspirativas, describimos la suposición de que un grupo, que opera en secreto, trata de controlar o destruir a una institución, a un país o incluso al mundo.
La lista sobre el coronavirus  abarca desde las teorías de conspirativas más absurdas y divertidas hasta las más aterradoras. Sobre todo ahora que los grandes medios se han confabulado para sacar raja y forzar al gobierno a doblegarse para servir a sus intereses. Las advertencias vertidas por la OMS inundan el internet casi tanto como los informes oficiales. El coronavirus que mantiene al mundo en vilo no tiene un origen demostrable en laboratorios militares chinos o estadounidenses. En YouTube y Facebook la teoría de “el verdadero origen del coronavirus”: resulta que habría sido el montaje de la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil, 5G, en la ciudad china de Wuhan. Este rumor cerró así el círculo entre teoría de la conspiración digital y pandemia digital. En vista de los incontables comentarios sobre este nuevo coronavirus y la enfermedad asociada con él, COVID-19, no es sorprendente que las advertencias sobre noticias falsas ocupen ahora mismo casi tanto espacio en internet como los informes oficiales sobre el tema.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha creado incluso su propio sitio web para hacer frente a los rumores desenfrenados sobre supuestos agentes curativos y canales de distribución. La clara estrategia comunicativa de la OMS, las autoridades sanitarias y los medios de comunicación, para destapar a aclarar noticias falsas, muestra que hemos aprendido lecciones del pasado.
Por ejemplo, cuando la peste bubónica golpeó a Europa a mediados del siglo XIV, nadie sabía su origen. Los rumores sobre presuntos envenenamientos de pozos se extendieron rápidamente. Lo mismo ocurrió con el llamado “Veneno Alemán”, en solo dos años (1918-1920), la llamada “gripe española” cobró entre 25 y 50 millones de vidas. Muchos contemporáneos declararon a la enfermedad como un arma desarrollada artificialmente por las fuerzas armadas alemanas. Sin embargo, es difícil hallar una enfermedad que haya experimentado una campaña de desinformación tan elaborada como el sida. Desde 1983, la KGB soviética difundió rumores en todo el mundo de que Estados Unidos había desarrollado el sida como arma biológica en Fort Detrick, la habría probado en prisioneros, homosexuales y otras minorías, y habría culpado luego a África de su origen. Lo que funcionó para el sida también podría aplicarse a otras enfermedades.
Para mediados de la década de 1990, la Unión Soviética había desaparecido y las autoridades sanitarias controlaban cada vez mejor el sida. Sin embargo, un grave brote de ébola se produjo en África. Y algunos de los mismos teóricos de la conspiración que ubicaban el origen artificial del sida en los laboratorios de EE. UU., señalaron nuevamente hacia ensayos de armas biológicas en instalaciones de investigación militar como Fort Detrick, en EE. UU., o Porton Down, en Reino Unido. La lista de enfermedades globales que se cree que son resultado de programas de armas biológicas de EE. UU., es cada vez más larga. Para ser justos, debe tenerse en cuenta que ahora hay también versiones que describen al coronavirus como un arma biológica artificialmente producida por China. Sin embargo, los argumentos son siempre los mismos, y siempre faltan pruebas. Tales teorías conspirativas surgen principalmente en etapas tempranas de las pandemias, donde el origen y la propagación de la enfermedad aún son relativamente desconocidos. La revolución digital ha complicado la situación. Los rumores y las mentiras se propagan a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería mucho más rápido de lo que las autoridades de los campos de la biología, la medicina y la salud pueden proporcionar información.
El coronavirus es un virus al que solo podremos superar mediante la investigación, la higiene y la atención médica serias. Y lo mismo vale para el consumo de información y educación sobre el virus. La educación, la alfabetización mediática y la higiene mental también ayudan aquí. Y como remedio para los miedos y emociones irracionales, algunos trolls de internet han sugerido una y mil recetas naturales y naturistas que no tienen efecto curativo comprobado, pero calma el ánimo dispuesto a la conspiración y la histeria.

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