EL APARATO DE DOMINACIÓN IDEOLÓGICA NO ESTUVO
AL SERVICIO DE EPN, FCH, NI DE FOX: LOS ESTAFÓ
MAXIMILIANO CASTILLO R.
(Segunda y última parte)
El aparato de dominación ideológica de Estado tiene en los medios informativos uno de sus principales componentes. Así ocurrió en México hasta el año 2000, cuando la conocida genéricamente como “la prensa” se fortaleció mucho, y su papel cambió: de servir a los intereses del gobierno, en tanto representante del Estado, se independizó y se convirtió en eficaz elemento al servicio del poder económico tras el trono, quien debilitó y sometió a las instituciones.
Hasta 1999 los medios informativos sirvieron fielmente a los presidentes de la República, a cambio de grandes beneficios económicos para sus dueños y para la mayoría de los periodistas más conocidos. La tarea consistía en ocultar cuanto hacían mal o no hacían las autoridades, y en atacar a los críticos del sistema político.
Aun cuando el ejemplo pueda parecer irrespetuoso, es útil para ilustrar el cambio ocurrido en la prensa. Como los ‘Zetas’, quienes fueron el brazo armado del ‘Cartel del Golfo’ hasta que reflexionaron que ellos efectuaban las tareas riesgosas mientras sus jefes se llevaban los beneficios de sus actividades criminales y optaron por convertirse en cartel independiente, así procedieron los dueños de los medios informativos.
Propiedad o patrocinada por el gran capital, la prensa dejó de proteger a los presidentes de la República, los sometió y los puso al servicio de sus grandes intereses empresariales, que desde antes pesaban mucho en las políticas públicas, pero profundizaron su influencia: disponían de uno de los elementos más eficaces del aparato de dominación ideológica, y lo utilizaron en su beneficio, no en el de los gobernantes.
De nada les sirvió a los presidentes de la República destinar más de 150 mil millones de pesos a los grandes medios informativos entre el año 2000 y el 2018. Los estafaron, porque el mayor pago fue para sostener campañas de desprestigio contra la izquierda y, a partir del 2005, contra Andrés Manuel López Obrador, a quien identificaron con mucha razón como un peligro para sus intereses.
Cobraron mucho por su trabajo sucio, que de todos modos hubieran hecho aun sin paga, porque les preocupaba demasiado el tabasqueño, y no lo querían en la presidencia de la República; es decir, como parte del aparato de dominación ideológica los medios informativos operaban a favor de la preservación de sus privilegios, no por servir al gobierno. Desde esta perspectiva, estafaron a Fox Quesada, Calderón Hinojosa y Peña Nieto, al cobrarle por sostener una “guerra sucia” propia, aunque coincidiera con los deseos de las administraciones de esos gobernantes.
La mejor prueba de esa estafa es que ahora los medios informativos y periodistas no defienden al ex presidente Enrique Peña Nieto, el más generoso con ellos y con los intereses económicos de los grandes capitalistas dueños de empresas de medios. Tenían razón en temerle a López Obrador: les quitó privilegios y por ello sigue la campaña de desprestigio contra su gobierno. Son parte del sistema de dominación ideológica, pero ya no del gobierno, sino del gran capital y están en contra del Estado y la 4T.