PODER FÁCTICO ECONÓMICO, EL PEOR REPRESOR
LIBERTAD DE PRENSA: LOS ALIMENTOS CHATARRA
MAXIMILIANO CASTILLO R.
Lo señalado desde hace varios años en este espacio de análisis respecto del inmenso poder represivo de la libertad de expresión que tiene el poder fáctico económico en México se comprueba una vez más con la presencia de la pandemia de Covid-19. Y no sólo con la difusión de noticias falsas, distorsión de la realidad, ataques a autoridades, invención de problemas y descalificación de la estrategia para atender el problema.
Donde se manifiesta con mayor brutalidad esa represión a la libertad se está dando en el ocultamiento y ausencia total de debate sobre los factores de alto riesgo para la vida de los enfermos del coronavirus: la hipertensión, diabetes, obesidad, cánceres y daños por tabaquismo. Se informa superficialmente.
Los grandes medios informativos y conocidos periodistas a quienes les cancelaron sus ganancias millonarias mensuales obtenidas de la presidencia de la República, deliberadamente soslayan las causas generadoras de estos factores de riesgos: el consumo excesivo de alimentos “chatarras”, con alto contenido calórico: grasas saturadas, azúcares, sales, sustancias químicas saborizantes y conservadores.
En las conferencias vespertinas diarias del subsecretario de Prevención y Fomento a la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gattel Ramírez, a las cuales descalifican como a las matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha insistido sobre el origen de los problemas nacionales de salud, pero ninguno de los grandes medios informativos le ha interesado organizar mesas de análisis y discusión, como las que acostumbran efectuar para criticar al mandatario.
No les ha parecido merecedor de un debate nacional sobre el problema de salud y sus causas. Les parece irrelevante que de las aproximadamente 740 mil fallecimientos ocurridos al año en México (desde antes de la pandemia) el 50 por ciento tengan como causa la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el cáncer, los males pulmonares por el tabaquismo y otros padecimientos, derivados del consumo de alimentos procesados.
En realidad conocen bien el enorme interés periodístico de un problema nacional, pero lo soslayan, precisamente, porque los grandes intereses económicos de la industria alimentaria, en un alto porcentaje en manos extranjeras, no les permiten difundir esta situación. Los dueños de los medios informativos de cobertura nacional se someten, porque esos intereses son sus anunciantes: atentan contra la libertad de expresión.
Desde la lógica e intereses empresariales es entendible este comportamiento, pero la autocensura afecta la libertad de expresión y el derecho constitucional de lectores, televidentes, radioescuchas y de la población general a estar bien y oportunamente informados. Se imponen los intereses económicos.