LA PANDEMIA NO DEBE HACER
OLVIDAR OTROS PROBLEMAS
EL COVID-19 PASARÁ, PERO LOS OTROS PROBLEMAS
SEGUIRÁN EN LA LISTA DE ESPERA DE SOLUCIONES
De acuerdo con la información de los especialistas mexicanos altamente calificados en ciencias médicas y matemáticas, el tramo de mayor riesgo de la pandemia de Covid-19 ya pasó, aunque sus remanentes permanecerán un buen tiempo más. Han sido tiempos difíciles para el mundo y para México, como no se habían padecido en más de cien años en la misma magnitud por un problema de esta naturaleza.
La población del planeta se sumió en el miedo justificado por el riesgo de enfermar y morir por el coronavirus; sobre todo, cuando se conocían los estragos de la pandemia en las poblaciones de Italia, España, Francia y Estados Unidos, las naciones más afectadas, a pesar de tratarse de países del primer mundo.
Una alerta temprana, seguida de medidas preventivas oportunas y eficaces permitió a México pagar un costo en pérdida de salud y vida inferior al que se temía; sobre todo, por su cercanía con el mayor foco de infección de coronavirus en el mundo: los Estados Unidos, con quien tenemos cerca de 3 mil 200 kilómetros de frontera.
La preocupación por el riesgo para cada quien y de sus familiares de contraer el virus hizo olvidar durante todo este tiempo de la “Jornada Nacional de Sana Distancia” los otros numerosos y graves problemas del país y del Estado, como es el caso mexiquense de los altos niveles de inseguridad pública y elevados índices de impunidad.
Con todo el alto costo general que cobrará el Covid-19, la difícil situación será superada, pero los otros obstáculos que se interponen en el camino hacia el desarrollo, el mejoramiento de las condiciones de vida, la seguridad pública y justicia para la población persistirán, y deben ocuparnos, pero más a las autoridades.
En el caso de los delitos en agravio de la gente de escasos ingresos, no sería una sorpresa si se incrementan por el abatimiento de los ya de por sí precarios niveles de bienestar y la falta de dinero de una amplia franja de los mexiquenses, que tendrán poderosas tentaciones de recurrir a los ilícitos, especialmente a los asaltos en las calles y robos en viviendas, para obtener recursos económicos.
En este escenario resulta preocupante la ineficacia e ineficiencia de las instituciones responsables de proteger vida y bienes de los mexiquenses y perseguir, detener y consignar a los delincuentes, como lo prueban los altos índices delictivos y el reducidísimo número de sentencias condenatorias contra quienes son puestos a disposición de los jueces penales del fuero común.
El año pasado se denunciaron 354 mil delitos, incluyendo cerca de 150 mil de los graves, a los cuales eufemísticamente y para restarles dimensión se les denomina “de alto impacto”. Las estadísticas oficiales no dan lugar al optimismo, menos cuando las autoridades de la materia sostienen que de cada cien delitos se denuncian poco más de 4, pero peor cuando de aquellas convertidas en carpeta de investigación en solo alrededor del 4 por ciento los criminales reciben alguna condena. Esta realidad fue opacada por el coronavirus, pero ahí está en la lista de espera de los muchos y graves problemas estatales que esperan solución.