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Epidemias Permanentes que También Deben Erradicarse

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EPIDEMIAS PERMANENTES QUE

TAMBIÉN DEBEN ERRADICARSE

TEMAS CONOCIDOS Y TRATADOS SUPERFICIALMENTE,

DEBEN RESOLVERSE DE FONDO PASADA LA PANDEMIA

 

Desde hace años “El Espectador” ha difundido y comentado información sobre los grandes problemas nacionales de salud, especialmente los ocasionados por la mala alimentación; es decir, el consumo de alimentos de alto contenido calórico y bajo valor nutricional, producidos y comercializados sin ninguna restricción, ni siquiera con difusión de su impacto negativo en el organismo humano y su metabolismo.

Las consecuencias de los nuevos hábitos alimenticios se traducen en una mala mezcla de hipertensión, diabetes, cánceres, obesidad y sobrepeso y desnutrición, además de importante desembolso de los consumidores, porque se trata de productos caros, que adicionalmente tienen gran poder adictivo y de los cuales es difícil librarse, como lo prueban todos los días los adultos, adolescentes y niños, quienes antes que comprar alimentos sanos, prefieren adquirir los procesados y ultraprocesados.

Las empresas nacionales y extranjeras de la industria alimentaria han dispuesto de absoluta libertad para producir y comercializar alimentos que dañan la salud y ocasionan centenares de miles de muertes al año, como lo indican las estadísticas oficiales, de las que en este semanario se ha dado a conocer desde hace tiempo, pero más ahora con la aparición del coronavirus.

Los contagiados con Covid-19, y que tienen uno más de los padecimientos crónicos mencionados corren mucho mayor riesgo de morir que los sanos. Así ocurre, desafortunadamente, desde mucho antes de la emergencia sanitaria, como lo muestra la estadística del INEGI correspondiente al año 2018, última información disponible: de las más de 660 mil defunciones, un porcentaje superior al 50 por ciento tuvieron como causa o detonante la hipertensión, la diabetes, cáncer, obesidad y sobrepeso.

Estos padecimientos son ocasionados por los alimentos procesados y ultraprocesados, de amplio consumo en México, con alto contenido de grasas saturadas, sales, azúcares, saborizantes y colorantes artificiales, perjudiciales al organismo humano, que enferma y muere, además de lo costoso que resulta para el sistema nacional público de salud atender a tantas víctimas de los malos hábitos alimenticios inducidos por la publicidad.

El fenómeno se extendió a las zonas rurales, hasta donde llegan cotidianamente los productos en cuestión, dado el eficaz sistema de distribución de las empresas de la industria alimentaria. Los efectos son igualmente desastrosos para las condiciones de salud de millones de familias campesinas.

Con problemas ancestrales de desnutrición, ahora agregan el sobrepeso, obesidad, hipertensión, diabetes y cánceres, enfermedades casi desconocidas por ellos hace décadas: los hombres y mujeres del campo eran delgados. Era reducido el porcentaje de los excedidos de peso, y casi desconocidos los males crónicos como los que les ocasionan ahora los alimentos procesados y ultraprocesados.

La pandemia de Covid-19 se superará a un alto costo en salud y vida, pero las otras pandemias mencionadas continuarán, y también deben erradicarse.

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