
*Las muertes violentas representan entre el 10 y 12 por ciento del total del país.
De la redacción
Guanajuato, Gto.- Desde hace varios años esta entidad federativa del Bajío mexicano vive una descomposición en materia de seguridad pública, índice delictivo y violencia criminal desconocida hasta hace pocos años. Los homicidios intencionales representan entre el 10 y el 12 por ciento de los totales del territorio nacional.
Era un estado de los más pacíficos y seguros del país, inclusive cuando en los estados vecinos de Jalisco y Michoacán registraban mucho derramamiento de sangre y operaban grupos de la delincuencia organizada, según un recuento de “El Espectador”.
Los guanajuatenses no sólo eran pacíficos (lo sigue siendo una abrumadora mayoría), sino también respetuosos, considerados, generosos, trabajadores y, en el caso de los campesinos, altamente productivos.
Esta tranquilidad y paz sociales fueron alteradas por el robo de combustibles de los ductos de petróleos y al interior de la refinería de Salamanca, pero fundamentalmente por la disputa por este negocio ilícito y altamente rentable, entre el “Cartel Jalisco Nueva Generación” (CJNG) y el “Cartel de Santa Rosa de Lima”.
Informaciones no confirmadas aseveran que este último grupo delictivo fue una escisión del primero, al que habría pertenecido José Antonio Yépez, “El Marro”, cabeza del grupo que tomó el nombre de una comunidad del municipio de Villagrán, limítrofe con los de Celaya y Salamanca.
Aun cuando se intensificó el robo de gasolinas, el Estado y especialmente los municipios del área de influencia de la refinería de Salamanca: Celaya, Villagrán, Salamanca, Cortazar, Apaseo el Grande, Valle de Santiago, Juventino Rosas e Irapuato, seguían siendo tranquilos. La “ordeña” de los ductos era secreto a voces, pero no había la violencia, ni las ejecuciones que comenzaron poco después.
La rivalidad entre los dos carteles es pública, y se ha expresado en ejecuciones múltiples, que han alcanzado decenas de víctimas, como la ocurrida en los últimos días de junio de este año en Irapuato, y otras masacres registradas en Salamanca.
MUCHOS MUERTOS PARA SU POBLACIÓN
El otrora pacífico Guanajuato, y particularmente los municipios citados, desapareció para dar lugar a uno violento, con alto derramamiento de sangre entre los miembros de los dos carteles, pero también entre la población ajena a la disputa del territorio.
Para dar una idea de lo que esto representa en términos estadísticos, en los poco más de 30 mil kilómetros cuadrados de la entidad se asientan 5 millones 607 mil habitantes, equivalentes al 4.5 por ciento de la población total del país.
No obstante, los homicidios intencionales o dolosos, como también se les dice en el lenguaje legal penal, representan entre el 10 y el 12 por ciento de todas las muertes violentas perpetradas en la República.
Las ejecuciones de policías, como ocurre desde principios de este mes, eran desconocidos hasta hace unos 7 años en Guanajuato, que de pacífico, tranquilo, respetuoso, se tornó inseguro, con muchas ejecuciones y alto índice de delitos diversos, especialmente los patrimoniales.