
*Volvió a presidencia con el argumento de que sabía gobernar y el PAN, no.
De la redacción
A mitad del sexenio de Felipe Calderón, cuya guerra contra el narcotráfico era ya desastrosa, y tras la mediocre gestión de Vicente Fox Quesada y Martha Sahagún, desde el Estado de México se diseñó y ejecutó una costosa campaña para evidenciar la incapacidad del panismo para gobernar bien. Los priístas se presentaron como experimentados, eficaces y cercanos al pueblo.
El eje de esa propaganda fue el lema de “nosotros sí sabemos como hacerlo bien”. Además, juró y perjuró que había superado sus viejos vicios de la corrupción e improvisación y que en esos momentos disponía de grandes cuadros políticos y técnicos, de “nuevos rostros”, recordó Leoncio Mata Zárate, articulista de “El Espectador”, el examinar la actual situación del tricolor.
El gobernador Enrique Peña Nieto era el político opositor más poderoso del país quien se perfilaba ya como candidato presidencial de su partido, con grandes posibilidades de recuperar la presidencia de la República, perdida 9 años antes, con Francisco Labastida Ochoa como candidato y el sexenio previo, con el tabasqueño Roberto Madrazo Pintado, comentó el analista.
Peña Nieto y la gente que lo impulsaba imponían decisiones al priismo nacional. Determinaban quién era candidato a gobernador en cada entidad federativa, quién el dirigente nacional partidista, y hasta respaldaban a aspirantes de otros partidos, como fue el caso de Graco Ramírez, cuadro del grupo hegemónico de “Los Chuchos” en el PRD. Lo mandó a mal gobernar Morelos, y ya como presidente decidió que Silvano Aureoles, un incondicional de Luís Videgaray, fuera gobernador de Michoacán,
En su empeño por recuperar la presidencia de la República, la estrategia de los asesores de Peña Nieto se basó en la oferta de una nueva generación de cuadros del tricolor, “los nuevos rostros”, entre los cuales destacaban Javier y César Duarte, Roberto Borges (los 3 presos por corruptos), Rodrigo Medina (también estuvo preso por lo mismo), Aristóteles y Roberto Sandoval, entre otros. Todos llegaron a ser mandatarios estatales, comentó el editorialista de “El Espectador”.
Las administraciones de todos, incluyendo la de Graco Ramírez, se caracterizaron por la corrupción desmesurada, el enriquecimiento ilícito, la ineptitud y el abandono de sus gobernados: los nuevos rostros, incluyendo el de propio Peña Nieto, resultaron más corruptos que los del viejo PRI, más ineptos, más desinteresados en resolver los problemas de la población, frívolos y desvinculados de los intereses de sus gobernados, destacó Mata Zárate.
Antes otros mandatarios y ex mandatarios estatales estuvieron en la cárcel, como Flavio Romero de Velasco, Mario Villanueva Madrid y Andrés Granier, pero sólo el último lo estuvo por corrupto y frívolo: fue quien dijo que tenía mil pares de zapatos y mil 200 camisas, rememoró el colaborador de este semanario.
En estas condiciones, aseveró, dejaron al PRI sin los argumentos de saber gobernar bien, de haber abandonado la corrupción y el de que se trataba de una nueva generación limpia y preparada, todo fue mentira, concluyó el entrevistado.