
*El robo del Cartel de Santa Rosa de Lima ocultaba el de personal de Pemex.
De la redacción
Desde hace cinco años “El Espectador” publicó lo del robo de gasolinas en el interior de la refinaría “J. Antonio Amor”, de Salamanca, Guanajuato. Entonces ya existía y era grave el llamado huachicol, como se le dice al hurto de combustibles de los ductos de Petróleos Mexicanos (PEMEX).
Corría por cuenta de maleantes de la región, entre los cuales figuraba José Antonio Yépez Ortiz, entonces desconocido fuera de los municipios de Villagrán y Juventino Rosas y parte del de Salamanca. El Cartel de Santa Rosa de Lima no existía como tal.
El robo de gasolinas en la tubería de conducción no alteraba la seguridad pública, la paz, ni tranquilidad características de la zona, cuyos habitantes se dedican a la agricultura. No había violencia, y la sustracción de combustibles era secreto a voces.
Lo conocían bien los campesinos; sobre todo, los que tenían cultivos cerca del trayecto de los ductos, especialmente en territorio de Juventino Rosas y Salamanca, porque ahí operaban las tomas clandestinas.
Mejor y más completo conocimiento tenía el personal de diversos niveles de Petróleos, a quienes les convenían las actividades ilícitas del “Marro” contra PEMEX, porque ocultaban el robo de combustible en mayores volúmenes en el interior de la refinería.
Trabajadores de la ahora empresa productiva del Estado narraron en ese tiempo a “El Espectador” lo que ocurría, porque presenciaban el robo y el transporte de las gasolinas en las propias pipas de la empresa pública descentralizada, lo cual no podía hacerse sin la participación y dirección de mandos de la refinería.
El huachicol vulgar y el practicado por personal de PEMEX siguió y creció, como continuaron las condiciones de tranquilidad y seguridad pública, hasta que se constituyó el “Cartel de Santa Rosa de Lima”, cuya cabeza perteneció al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), del cual después se separó, distanció y enemistó por el control del robo de combustibles.
Esto ocurrió en 2017, y desde entonces se perdió la tranquilidad en la zona dominada por “El Marro”, porque se enfrascó en una guerra sangrienta con el grupo criminal del “Mencho”, una de cuyas manifestaciones más brutales fue la masacre de jóvenes en un centro de rehabilitación de Guanajuato hace unos meses: 27 personas murieron.
Para la población las circunstancias se tornaron difíciles con el combate frontal al huachicol vulgar, que suprimió la principal fuente de ingresos del grupo de Yépez López, quien diversificó sus actividades delictivas para compensar en parte sus pérdidas económicas. Comenzó a incursionar en la extorsión, cobro de derecho de piso, secuestro, narcomenudeo y robo al transporte y a los ajustes de cuentas a sus enemigos.
Al interior de la refinería también se redujo al mínimo el huachicol de cuello blanco. Ya hasta el propio presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció recientemente el robo de gasolinas al interior de esa planta refinadora de crudo, como este semanario lo difundió en 2015. De ahí se extraía el mayor volumen de combustible, pero el total de pérdidas se cargaban a las actividades de “El Marro”, ahora preso, mientras los huachicoleros de cuello blanco siguen impunes.