*Comediante sui generis, ni los especialistas logran clasificarlo.
De la redacción
Si a alguien le hubieran informado que había fallecido Fernando Manuel Valdés Castillo, nadie se hubiera interesado en el acontecimiento. Ocurrió lo contrario el 28 de agosto, cuando se difundió que había dejado de existir “El Loco Valdés”.
Hasta quienes no tenían edad para ver sus programa cómicos sabían quién era. No se exagera si se dice que su nombre era el personaje, y que no estaba loco, aunque hacía locuras espontáneas en la televisión y en la vida real.
Ya enfermo concedió una entrevista en la cual dio a conocer que acostumbraba tomar muy temprano una bebida de su invención. La bautizó como el “chocoloco”, y consistía en “una tasa grande de chocolate con una copa doble de Vodka”. Aseveró que salía muy rica. Guste o no, no era un hombre común.
Los críticos de teatro, cine y televisión no se ponen de acuerdo sobre “El Loco Valdés”. No saben si fue bueno o no como comediante en algunas de estas ramas de la actuación, pero todos coinciden en que hacía locuras a la menor provocación o sin ella, además de ser espontáneo en todo cuanto hacía; y en que tenía muchos admiradores.
De la misma forma están de acuerdo en las numerosas películas en que, desde adolescente, participó como extra, sin recibir crédito en los filmes y sin que eso le preocupara en lo mínimo. Estuvo 76 de sus 89 años actuando y divirtiéndose, porque era evidente que disfrutaba y gozaba haciendo locuras.
Cuentan quienes lo conocieron que no se preocupaba ni cuando lo censuraban, vetaban y corría por su irreverencia frente al poder público.
Otros señalan que “El Loco Valdés” desde adolescente tenía la apariencia de muy viejo. Y así se vio siempre: nunca lució juvenil y siempre hizo locuras, pero fue un personaje inolvidable en el mundo del cine, el teatro y la televisión, por sus ocurrencias. “Descanse en paz”
