
*Mauricio Claver-Carone, un altraderechista, presidirá el BID.
De la redacción
Desde su fundación hace 61 años, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estuvo presidido por un latinoamericano. No obstante, en la práctica el verdadero mando lo tuvo un estadounidense, aun cuando su cargo era el de vicepresidente. Ahora Donald Trump decidió formalizar esa hegemonía y envió a su asesor para América Latina, Mauricio Claver-Carone.
Se trata de un ultraderechista, de 45 años, vinculado a los grupos mafiosos de exiliados cubanos y venezolanos asentados en Miami, Florida, caracterizado por su fobia a la Revolución Cubana y a la de Venezuela.
El sábado 12 de este mes Claver-Carone fue electo para un período de 5 años, contados a partir del primero de octubre, con lo cual se convirtió en el primer estadounidense en presidir al BID, un organismo al servicio de la geopolítica de Estados Unidos y ahora, además, del capital financiero mundial y del neoliberalismo, porque su política crediticia es de premio y castigo.
Desde que Trump decidió imponer a su asesor como presidente del BID tenía asegurado su triunfo, porque el proceso de renovación del organismo es de lo más antidemocrático. Los países miembros no tienen un voto cada uno, sino que se decide por el monto del capital accionario. Por eso Estados Unidos representa por sí solo el 30 por ciento de todos los votos.
Esos sufragios, más los de las naciones satélites como Brasil, Ecuador, Bolivia y Colombia y otras naciones alineadas con Washington le garantizaban la victoria. En realidad el ultraderechista, partidario de la invasión armada a Venezuela para derrocar a Nicolás Maduro, no alcanzó el 77 por ciento de los votos esperados, pero de todos modos obtuvo más de las dos terceras partes.
Hasta el día 11 de este mes Estados Unidos respetó el acuerdo de que un latinoamericano presidiera al BID y un estadounidense fuera vicepresidente, a condición de que la sede estuviera en Washington. De todos modos, el organismo financiero aplicaba la política de Estados Unidos en el continente; ahora Trump optó por oficializar esa subordinación y encargarle el mando a un ultraderechista de su absoluta confianza.