Libertad de Cátedra y los Grupos Virtuales: El Caso de la Universidad Juárez del Estado de Durango
Augusto L. Robles
El caso de la profesora de la Universidad Juárez del Estado de Durango, quien fuera separada ‘temporalmente’ de su cátedra sin goce de sueldo ‘mientras se investiga’ el incidente viralizado en redes sociales en el cual llama la atención de sus alumnos en clase, en especial a uno a quien le advierte que si no prende su cámara no le tomará asistencia, pone de manifiesto uno de los grandes retos de la educación en estos los días del coronavirus: ¿La libertad de cátedra y los grupos virtuales?
No es un asunto menor para los profesores, se trata de una situación delicada mantener la disciplina necesaria para impartir una clase de manera productiva y provechosa para los alumnos. En el vídeo circulado en redes y medios, se escucha la voz de un joven pretendiendo hacerle creer a su maestra que “su internet es el que está mal” y por ello no puede verlo en su clase, para quienes hemos utilizado este tipo de plataformas es claro que el joven miente y pretende engañar a su maestra, al parecer ella también lo nota y eso la hace molestarse aún más hasta el punto de exigirle que apague su micrófono y decirle que tiene falta.
Si en una materia presencial, por ejemplo, un alumno se presentara a tomar asistencia bebiendo cerveza o evidentemente drogado, en pijama o en calzoncillos, y encima pretendiera hacer creer al profesor que está sobrio y la pijama es un fino traje de lana, nadie juzgaría a un docente que le pide abandonar el salón y le asentara la falta correspondiente a ese día.
Sin embargo, las clases a distancia complican esta interacción. De la grabación dada a conocer no se puede inferir qué estaba haciendo el alumno, pero está claro que su cámara no estaba encendida. La profesora le pide corregir la situación, el alumno miente, acusa a la conexión de la maestra por la falla y es expulsado de la sesión.
La universidad suspendió a la profesora, pero ¿bajo qué criterios? Eso tampoco se da a conocer, seguramente en el contrato entre la institución y sus docentes se establecen las pautas de conducta esperadas así como las políticas de interacción con los alumnos. Para la investigación que anuncian seguramente recurrirán al testimonio de los alumnos, pero también al vídeo circulado; sin embargo, la medida tomada más parece un intento por congraciarse con los alumnos-clientes que por defender la libertad de cátedra y a sus empleados-colaboradores.
En una época de hipersensibilidad a la disciplina en las aulas y de trolleo y linchamientos mediáticos manipulados, uno puede preguntarse cuestiones como ¿Tenía la maestra el derecho de aplicar esa sanción? ¿Dónde está la libertad de la docente para establecer la conducta esperada un su clase? ¿Qué se debe hacer con un alumno que miente y pretende manipular al profesor?
Y no son cuestiones menores, de ellas depende la formación de los futuros profesionistas de nuestro país… (Continuará)